OPINION

In Memoriam: José María Otero

Claqueta cine
Claqueta cine
Pixabay

El pasado domingo, 13 de enero, falleció a los 85 años de edad, José María Otero Timón. Un hombre sabio y bueno. Un hombre discreto, que se ha ido como vivió, sin hacer ruido. Un hombre conciliador, al que no le gustaban los conflictos; que nunca los creó y que dedicó siempre sus grandes cualidades pacificadoras a resolverlos. Y un hombre profundamente enamorado del Cine y la Televisión.

En estos días las páginas de muchos medios se llenarán de notas necrológicas, repasando su dilatada y sobresaliente cum laude trayectoria profesional: estudió Derecho en Salamanca y Barcelona y se doctoró en Ciencias de la Información en Madrid con la tesis: “Mecanismos de intervención del Estado para el fomento del cine”, tema del que podía hablar en primera persona.

Ocupó importantes cargos: desde Secretario General de la Federación Nacional de Cineclubs, a Secretario General de RTVE bajo la dirección de Adolfo Suárez y Director General del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) durante dos legislaturas (1996-2000 y 2000-2004). Y son muchos los que coinciden en que el cine español vivió con él una de sus mejores épocas.

Una vida en pro del cine

Conocí a José María en 1994, cuando era el Director General de la Fundación Procine y yo, Asesor parlamentario de Cultura. Se estaba tramitando entonces la Ley de Protección y Fomento de la Cinematografía y pude comprobar sus buenos oficios para conseguir un texto de consenso entre el Gobierno del PSOE (con la recordada ministra Carmen Alborch) y el PP.

Tal fue la eficacia de José María que, cuando el PP ganó las elecciones en 1996, el Secretario de Estado, Miguel Ángel Cortés, le propuso ser Director General del ICAA, para aplicar la Ley que él había ayudado a aprobar, caracterizada por un impulso de las ayudas automáticas al tejido industrial del cine, volviendo éste a recuperar su cuota de mercado y, lo más importante, el favor del público.

También impulsó en la Cumbre Iberoamericana de 1998 el programa Ibermedia, del que se acaban de cumplir 20 años, que tantas coproducciones ha permitido y motivo por el cual le fue concedida la Encomienda de la Orden del Mérito Civil. Y fue el principal defensor de la obligación de las televisiones de dedicar el 5% de sus ingresos anuales a la financiación anticipada de producción europea.

La sede de la Academia

También se debe a Otero el que la Academia del Cine (de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España) ocupe la flamante sede que ocupa. Pero pocos académicos saben -a alguno se lo he contado- que estuvieron a punto de acabar fuera de Madrid por el lío que se hizo el gabinete telefónico de Cultura, cuando José María estaba haciendo las gestiones que le habían encomendado.

Pidió al gabinete que le pusieran con Patrimonio, para saber si había disponible algún edificio representativo en Madrid. Pero el interlocutor, muy amablemente, le contestó que en Madrid no había ninguno. Tal era la insistencia de José María (solía conseguir todo lo que se proponía), que el Alto Cargo de Patrimonio le dijo que, quizá, podía conseguir alguno en Aranjuez o en La Granja (Segovia).

Ante la sorprendente respuesta, José María le preguntó: “Perdón, ¿dónde estoy llamando?”. Todo se aclaró cuando desde el otro lado del teléfono le dijeron que estaba hablando con Patrimonio Nacional, en vez de con Patrimonio del Estado. La Academia, finalmente, tuvo su sede en Madrid, pero José María nos regaló esta divertida anécdota con la que nos hemos reído juntos durante muchos años.

Suaviter in modo, fortiter in re

Suaviter in modo, fortiter in re (suavemente en el modo, fuertemente en el fondo) es una cita del abogado y pedagogo hispanorromano Marco Fabio Quintiliano (Calahorra c. 35 - Roma, c. 95), que afirmaba era la clave del éxito; indicando la conveniencia de conciliar la energía con la suavidad en la gestión de los asuntos, muy especialmente de los públicos.

Esta cita fue adoptada como lema personal por el IV General de la Compañía de Jesús, el italiano Claudio Acquaviva (1543-1615) y describe perfectamente la forma de ser y de actuar de José María Otero, en lo profesional y en lo personal. Un hombre de unas firmes convicciones y determinación (implacable en el fondo) y de una exquisita educación (impecable en las formas).

En su blog dice: “He tenido la suerte de conocer a casi todas las personas que han creado el cine español y he tenido por compañeros en televisión a notables creadores, realizadores y productores”. Y todos nosotros, y el cine y la televisión, hemos tenido la inmensa suerte de conocerte a ti y de tenerte como compañero. Buen viaje, José María, y muchas gracias por todo.

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