OPINION

La Charitrini va al médico: Coronavirus y protección de datos

Médicos en pleno coronavirus
Médicos en pleno coronavirus
EFE

Buenas tardes, siéntese. A ver, dígame: ¿qué le pasa? No se lo puedo decir.

-¿Y eso?, ¿por qué no me lo puede decir? Porque he leído en las redes sociales que los datos de la salud son unos datos muy especiales, que no se pueden decir.

-¿Pero no ve que, si no me dice lo que le pasa, no le puedo diagnosticar ni poner un tratamiento? Bueno, pues, en ese caso, se lo digo. Pero júreme antes que no va a darle mis datos a la Dirección General de Tráfico ni se los va a vender a las aseguradoras para que me suban la póliza.

-Puede estar tranquila, porque, como médico, estoy obligado a guardar secreto profesional, igual que los Abogados, y no puedo revelar ni ceder y, aún menos, vender ningún dato que sepa de mis pacientes.  Vale… El caso es que creo que he pillado el bicho ese, el coronavirus.

-Dígame, ¿qué síntomas tiene? Pues llevo unos días con fiebre y con una tos seca, incluso por las noches, que me impide dormir. Y siento una opresión en el pecho y me cuesta respirar.

-Efectivamente, esos síntomas son compatibles con la enfermedad Covid-19, pero tendríamos que hacerle un test para confirmarlo. ¿Un test? ¿qué pasa?, ¿que no se fía de mí?, ¿y quién va a ver los resultados del test y dónde se van a guardar?

-Los resultados del test los van a ver los técnicos del laboratorio y yo, y se van a guardar, con sus otros datos médicos, en su historial clínico, al que sólo tiene acceso el personal sanitario que le trata en cada caso.  ¿Y dónde está ese historial clínico? ¿en el archivo del hospital, en el sótano?

-No, ya hemos digitalizado todos los historiales clínicos y se guardan en la nube, junto con todas las pruebas que le han hecho. ¿Una nube? -dice mirando al techo- ¿dónde está?

-Una nube es un servidor, un ordenador muy grande, donde se almacenan todos los datos de los pacientes del hospital. ¿Y usted es el que maneja ese ordenador?, ¿es seguro?

-No, lo hacen técnicos. Y sí, es seguro. Sólo puede acceder a sus datos, como le decía antes, el personal sanitario que le trate en cada caso y queda rastro de todos los accesos, por si hay alguien que se cuele y acceda indebidamente. ¿Y esos técnicos no pueden cotillear mis datos o cederlos a la DGT o venderlos a una aseguradora?

-No, no pueden. Están obligados también por el deber de secreto y, si lo hicieran, no sólo infringirían las normas de Protección de Datos, sino que seguramente cometerían un delito. En España ya hay personas en la cárcel por ese motivo. Bueno, me ha convencido. ¿Y qué más cosas necesita?

-También necesito que me diga todos los sitios y todas las personas con las que ha estado en contacto en las últimas dos semanas, para, en el caso de que se confirme su contagio, poder avisarles y hacerles también a ellos el test. Pero no sé si me voy a acordar de todos…

-Bueno, podemos hacer una cosa… Si nos da su consentimiento, podemos ver los datos de geoposicionamiento de su móvil y así saber dónde ha estado. ¡Ah, no!... ¡Eso sí que no! Eso es una violación de mi intimidad. Lo he leído en las redes sociales.

-Como Ud. quiera, pero ¿no le gustaría avisar a sus familiares y amigos de que, quizá, les ha podido contagiar el virus y ellos, a su vez, lo han podido contagiar a los suyos? La verdad es que sí, pobres. No me perdonaría que les pasara algo. Pero quiero saber quiénes van a ver esos datos, porque no quiero que el Gobierno me vigile.

-No se preocupe. Ya le he dicho que todos los datos que conozcamos sobre Ud. y sobre sus contactos están bajo secreto médico y sólo los vamos a utilizar para lo que le he dicho. Una vez termine esta epidemia, se destruirán.

Tests y Apps

Últimamente se ha levantado una polémica, en los medios y en las redes sociales, sobre las aplicaciones para móviles relacionadas con la epidemia del coronavirus, en la que, más que dar argumentos racionales, me da la sensación de que algunos se dejan llevar por sus miedos irracionales e intentan arrastrar a otros, consciente o inconscientemente, pero, en cualquier caso, de una forma no muy responsable.

El relato con el que he empezado este artículo (el ‘story telling’, que dirían algunos) es el terreno conocido y, por conocido, no preocupa a la gente más de lo razonable. Es decir, damos datos personales relativos a nuestra salud al personal sanitario y esperamos y confiamos en que dichos datos se utilicen estrictamente para tratar nuestras dolencias y se conserven de forma segura, sin que se cedan a terceros.

Pues bien, en una epidemia es necesario tratar esos datos de salud, no uno a uno, sino de forma conjunta. Y para eso se utilizan técnicas de ‘Big Data’ (o de análisis de grandes volúmenes de datos de distinta naturaleza). Pero están protegidos por el mismo deber de secreto que tienen los datos de salud individuales de cada uno, que obliga a las autoridades sanitarias y las empresas tecnológicas que les ayudan.

No sólo es algo perfectamente legal (está expresamente previsto en el Reglamento General de Protección de Datos de la UE y lo ha dejado claro la Agencia Española de Protección de Datos), sino que sería una gravísima irresponsabilidad no utilizar toda la tecnología disponible para combatir esta pandemia. Eso sí, con las debidas garantías para que dichos datos de salud sólo se utilicen para la finalidad prevista.

Pero no nos engañemos, ninguna ‘app’ para móviles cura el coronavirus. Pueden ayudar a descongestionar los teléfonos de información y pueden ayudar a analizar las zonas de contagio y los movimientos de la población (con datos anonimizados y agregados; es decir: estadísticos, como hace el INE). Lo importante es hacer los tests y poder identificar a los contagiados, para aislarlos y ponerlos en tratamiento.

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