¿Qué pasó en la semana, eh?

La mató porque era suya… (o de nadie)

Violencia machista
Violencia machista

Ayer se conmemoró el “Día Internacional de la eliminación de la Violencia contra la Mujer” y, aunque sea con un día de retraso, me gustaría aportar mi reflexión sobre sus causas, porque sólo así podremos luchar eficazmente para eliminarla. En este día, sin duda, es muy importante la aproximación emocional y solidaria con las víctimas, pero creo que también es necesaria una aproximación racional.

Creo que, desde el punto de vista jurídico, hay que distinguir, al menos, dos tipos de Violencia contra la Mujer: la más genérica es la que se basa en el mero hecho de ser mujer, pero luego hay una violencia más específica, que se basa, además, en el hecho de mantener o haber mantenido una relación conyugal o análoga de afectividad con el agresor; es decir, en el hecho de ser o haber sido ‘su’ mujer.

Y ésta segunda es la que se recoge en la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, por lo que quedaría fuera de esta clase de Violencia y de esta Ley toda violencia ejercida contra mujeres con las que los agresores no mantienen ni han mantenido una relación conyugal o una relación similar de afectividad. Lo que parece un ‘error de base’ que debería corregirse.

Parece que, desde el punto de vista estadístico, ya se computan todas las formas de Violencia contra la Mujer y no sólo la Violencia ejercida en el marco de una relación conyugal o similar de afectividad. Pero es necesario preverlo también en la Ley, para que no quede excluida, por ejemplo, la violencia sexual ejercida contra mujeres desconocidas, o conocidas pero que no son parejas o exparejas.

Las agresiones sexuales a las mujeres con las que los agresores no mantienen ni han mantenido una relación conyugal o similar de afectividad, son los casos más claros de Violencia contra la Mujer ‘por el mero hecho de ser mujer’, porque no son ‘sus’ mujeres. Aunque, en cierto sentido, los agresores sexuales sienten que pueden disponer de cualquier mujer, como si fuera suya o para hacerla suya.

La suidad

Una de las claves, en mi opinión, de la Violencia de Género está, precisamente, en esa terrible y equivocada percepción que tienen algunos hombres de que ‘sus’ mujeres son ‘suyas’ en el sentido de propiedad y que, por tanto, tienen el derecho de gozar y disponer libremente de ellas, como quien goza y dispone de una cosa, que es como el Código Civil define la propiedad (art. 348).

Tampoco ayuda mucho el hecho de que, para referirnos a una relación conyugal o similar de afectividad, utilicemos unos adjetivos o pronombres que llamamos ‘posesivos’. Porque refuerzan la idea de que se pueden poseer personas como se poseen cosas. Y, obviamente, no es así. Pero es evidente (hagan la prueba) que, cuando alguien dice que algo es ‘suyo’, piensa en posesión o propiedad.

Sin embargo, y como ya vimos -aquí mismo- en otro artículo referido a los hijos, la ‘suidad’ no implica siempre ‘propiedad’. Una ‘suidad’, concepto acuñado por la escolástica española del siglo XVII, tan sólo indica un vínculo o nexo preferente entre dos personas o entre una persona y una cosa, frente a todos los demás. Pero no siempre es relación de propiedad, sino también paterno-filial o conyugal.

Libre te quiero

Por eso, en este día en que todos (o casi todos) renovamos nuestro compromiso en la lucha contra todo tipo de Violencia contra la Mujer, para intentar eliminarla, creo que no estaría de más que en las escuelas y fuera de ellas se dejara claro, con ejemplos, que el ‘mío, tuyo, suyo’ no indica, siempre, propiedad. Porque las palabras no son sólo palabras, sino conceptos. A veces, equivocados y terribles.

Y, frente a las ideas de posesión y propiedad, hay que reivindicar la de Libertad, porque nadie es de nadie, nadie pertenece a nadie, y nadie tiene el derecho de gozar y disponer de nadie. Las relaciones conyugales o similares de afectividad se basan en la Libertad y en la Igualdad, derivadas de una misma Dignidad como seres humanos. Nadie es más que nadie y todos tenemos los mismos Derechos.

Pero no quiero acabar este artículo sin hacer mi personal homenaje, en positivo, a todas las mujeres que sufren o han sufrido algún tipo de Violencia de Género. Ya no desde la cabeza, sino desde el corazón. Y no encuentro una mejor forma de hacerlo que con el bello poema de Agustín García Calvo, musicado y cantado por Amancio Prada: “Libre te quiero”. Libres os queremos.

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