OPINION

¿Y si se abre la tumba y no hay nada?

Tumba Franco
Tumba Franco

Tras la decisión unánime del Tribunal Supremo de rechazar el recurso interpuesto por la familia de Francisco Franco en relación con la exhumación de sus restos, se plantean varios interrogantes o escenarios posibles:

1. ¿Y si se abre la tumba y no hay nada?

Imaginemos un escenario en el que, como ha dicho la Vicepresidenta del Gobierno, Franco nunca quiso ser enterrado en el Valle de los Caídos, sino en El Pardo con su mujer, y fue el Rey Juan Carlos el que tomó esa decisión.

Imaginemos que, en su día, se escenificó un entierro de Estado, para simbolizar el entierro del Antiguo Régimen, pero, en realidad, el ataúd estaba vacío y los restos de Franco se inhumaron, en la intimidad, en el panteón de Mingorrubio.

Imaginemos que se abre la tumba (y el ataúd) con un despliegue de transparencia y medios de comunicación ‘ad maiorem gloriam’ de la campaña de quien ha hecho de este asunto una recurrente promesa electoral… y no hay nada.

Imaginemos la reacción de sorpresa de todos, el shock del gobierno, la incredulidad de los medios, la repercusión internacional, la movilización del CNI para saber qué ha pasado, la aparición de documentos clasificados que explican el engaño…

Ya sé que es mucho imaginar, pero no me digan que el argumento no da para una película de historia-ficción, como "Y al tercer año resucitó" (1980) o, al menos, para un capítulo de una serie, como "El Ministerio del Tiempo" (2015).

2. ¿Y si el que está en el ataúd no es Franco?

Imaginemos otra posibilidad y es que se abre la tumba (y el ataúd) y sí hay restos de un cuerpo, pero no es el cuerpo de Franco, que, como en el primer supuesto, fue enterrado clandestinamente en El Pardo, junto a su mujer.

Ya sabemos que en tiempos del dictador se jugó muchas veces con la idea de que Franco tenía uno o varios dobles, como en el argumento de la película "Espérame en el cielo" (1988). ¿Y si nos dieron el ‘cambiazo’ en el momento de su muerte?

Pero tampoco era necesario que mataran a uno de sus supuestos dobles. Valdría cualquier cuerpo para rellenar el ataúd que se enterró en la basílica del Valle de los Caídos, mientras el verdadero era inhumado en el cementerio de El Pardo.

Por el estado actual de conservación del cuerpo, dudo mucho que sea reconocible y la única forma de saber a ciencia cierta que es el dictador sería hacer una prueba de ADN a los restos y compararlo con el ADN de alguno de sus descendientes.

¿Tiene el Gobierno previsto hacer dicha prueba de ADN para confirmar la identidad de los restos humanos que se encuentren en la tumba (y el ataúd) de Franco en el Valle de los Caídos?, ¿permitirá alguien de la familia la comparación con su ADN?

3. ¿A quién enterramos en lugar de Franco?

El tercer interrogante o escenario que se plantea, dando por bueno que el ataúd no está vacío, que los restos corresponden a Franco y que se entierran finalmente en otro lado, es: ¿a quién enterramos en lugar de Franco, en el Valle de los Caídos?

Se dice que, cuando se exhumen los restos de Franco y se retire la lápida, el hueco se cubrirá con unas losas negras, como las del resto de la basílica, quedando allí sola la tumba de José Antonio Primo de Rivera.

Pero, dada la orientación política de José Antonio, se abrirá enseguida otro debate: ¿qué hacer con su tumba y con sus restos?, ¿exhumarlos también y enterrarlos en otro lado, como los de Franco?

Si ha habido tantos problemas con los restos del dictador, es presumible que haya todavía más con los de alguien que sí fue una víctima reconocida de la Guerra Civil. ¿Está dispuesto el gobierno a iniciar esa batalla y asumir el coste?

Por eso, no sería de extrañar que alguien propusiera que, en la tumba vacía dentro de la basílica del Valle de los Caídos, se enterrara a una víctima destacada del otro bando. ¿A quién enterramos en lugar de Franco? Se admiten propuestas.

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