OPINION

3 errores habituales de la TV actual que derriba el visionado de 'Un paseo por el tiempo' de TVE

Julia Otero, Un paseo por el tiempo
Julia Otero, Un paseo por el tiempo

1995. TVE abre las puertas de Un paseo por el tiempo. Se trata de un programa de entrevistas en profundidad a personajes relevantes de la sociedad, basado en Un tomb per la vida de TV3. Un recorrido por sus vidas que Julia Otero presentó y editó y que ha destacado en la historia de la televisión por su contenido -realizó un interesante retrato de las personalidades que acogió- pero, también, por la inteligencia a la hora de envolver ese contenido.

La escenografía no sólo es un decorado: es crucial para que el programa gane en tramas y en identidad diferenciada

Un paseo por el tiempo tuvo claro que un buen formato televisivo debe contar con una premisa de arranque diferenciada. Y las premisas de arranque diferenciadas se construyen desde la propia puesta en escena. En este formato, se huyó de dar la sensación de plató tradicional y se levantó una especie de bar con piano. Tenía nombre y todo: El Club.

Porque en televisión es muy importante crear icononografías que el espectador reconozca. Y las buenas inconógrafias tienen denominación de origen. Así que se creó El Club y se dio vida de club real: con su larga barra de glamourosa sala de fiestas, con sus mesas con sillas bien mulliditas, con sus acogedoras lámparas, con sus copas llenas de zumo de naranja... porque ahí se emborrachaban sólo, exclusivamente y literalmente con zumo de naranja. Y no lo bebían muy rápido, debían saber que lo de que se pasa la vitamina es un maldito bulo.

Un club que tenía bien marcada una puerta, con su hall, porque en televisión es muy importante definir las entradas por salen o se van los personajes en acción. De hecho, en Un paseo por el tiempo el propio espectador también entraba por esa puerta en el comienzo de la emisión.

La escenografía distintiva no sólo se utilizaba como un decorado de fondo y se aprovechaba para generar un clima en la experiencia de visionado del formato. Se veía al público entrar, sentarse, pedir en la barra e incluso a la periodista presentadora, Julia, bailar durante la cabecera entre las bambalinas de tal club que, en realidad, disfrazaba a un feo plató.

También Un paseo por el tiempo supo estructurar con carácter propio la colocación de los protagonistas del espacio. Julia se diferenció de otros programas de entrevistas en su posición en escena. La entrevistadora no estaba en la mesa con el invitado, ocupaba un atril a un lado del escenario como observadora-guía de este viaje por la historia de un ilustre.

Un programa de autor

Los invitados: de Rocío Jurado a Emilio Butragueño

"En la televisión las cosas no son como son. Son como parecen que son. En la vida, a menudo, también". Con esta frase, sobreimpresionada a toda pantalla, comenzaba 'Un paseo por el tiempo' dedicado a Rocío Jurado. Se emitió el 29 de junio de 1995 y, esta semana, lo ha recuperado el archivo de RTVE en su servicio 'a la carta'. Por este icónico plató también pasaron personajes como Mario Vargas Llosa o Emilio Butragueño, capítulos también disponibles en rtve.es

Activar el sentimiento del espectador que es 'arte y parte'

En los tiempos actuales de redes sociales, los programas pelean con ser los más comentados a golpe de trending topic. Buscan sumar audiencia en las redes como vienen décadas haciendo en la tele del audímetro tradicional, pero no aprovechan lo suficiente las posibilidades de esas redes sociales para que el público intervenga de verdad en el transcurso del programa. En 1995 no había Twitter ni Instagram -la app que está más por explorar televisivamente hablando- pero Un paseo por el tiempo incorporó un Centro de Datos para dar voz a implicados o simplemente seguidores del espacio. Y lo puso nombre propio: "Centro de Datos", así con mayúsculas. No es baladí: bautizar con rotundidad elementos de la emisión ayuda a crear esa iconografía que intensifica el interés por cualquier programa.

La aparición en escena de la conexión con el "Centro de Datos" era una herramienta para generar vínculos del programa con la audiencia pero, a la vez, para romper el ritmo del programa. Es interesante siempre dinamizar el guion de cualquier formato televisivo -se vea o no por la tele- con píldoras que lo articulen como complemento de contenido con sello propio, que el espectador espera en cada entrega.

Los programas también deben tener un guion con sus giros "dramáticos" y sus puntos de suspense

Además de esas píldoras con el Centro de Datos, Un paseo por el tiempo planificaba semanalmente un guion con margen a la imprevisible creatividad. Ya que el programa se realizaba desde 'un club', el formato dibujó sutiles personajes fijos con la vida cotidiana de un establecimiento de estas características. Del barman al DJ. La selección musical era crucial en las transiciones a publicidad, creando una atmósfera especial aderezada con frases sobreimpresionadas en pantalla que fomentaban la expectación y reflexión del espectador.

Pero, salvo excepciones -como Salvados y en su formato documental-, el frenesí de las prisas con las que se crea la pequeña pantalla actual no favorece que nadie se pare a pensar en lo valioso de crear atmósferas. Tampoco en la necesidad de que, para que el espectador se quede hasta el último segundo, se planifique un guion que propicie una intención de evolución narrativa. Parece obvio, pero se ha olvidado en la tele actual. Aunque sea un programa de entrevistas, los protagonistas fijos del formato también deben de contar con puntos de evolución en su personalidad para que el espectador conecte con ellos. Sin embargo, los programas de televisión no suelen trazar los caracteres complementarios de su elenco de protagonistas. Sucede estos días con el estreno de Lo Siguiente de La 1, donde el espectador no distingue colaboradores. Parecen todos el mismo.

Evolución en los colaboradores, pero también en la escaleta del formato, que es mejor si cuenta con un objetivo que encarrila el programa hasta el desenlace de la emisión. En Un paseo por el tiempo el espectador se quedaba hasta el final de los créditos porque sabía que hasta el último fundido a negro algo podía pasar. Es más, en cada capítulo, ya con "el club" vacío, irrumpía el sonido del teléfono de la sala, el barman lo descolgaba y llamaba a Julia.  Ella acudía a hablar con tal persona misteriosa que ansiaba realizar la crítica despiadada e irónica de la emisión. Julia aguantaba el chaparrón haciendo arte de su habilidad también para la comunicación no verbal. Ay, lo importante que es también la autocrítica en la tele. Y en los medios en general.

Un paseo por el tiempo tenía autocrítica. Tenía buenos mimbres, aunque quizá llegó a La 1 antes de su tiempo. Un formato del que aprender lo vital de no ir a rebufo de tendencias que hacen que todos los programas parezcan intercambiables y, a la hora de inventar televisión, la necesidad de plantear una creativa identidad escénica y una inteligente planificación de guion sustentado en detalles que se queden marcados en el ojo del espectador. No estará asegurado que el programa funcione, pero sí contará con unos cimientos que lo harán más recordable y, lo más vital, que harán que luzca con más energía lo imprevisible del directo. Otro valor que se está perdiendo: lo inesperado del directo.

Mostrar comentarios