OPINION

3 llaves maestras del éxito televisivo que ha demostrado Eurovisión 2018

Amaia, Alfred, Noemí Galera, Eurovisión
Amaia, Alfred, Noemí Galera, Eurovisión
Amaia, Alfred, Noemí Galera, Eurovisión
Felicidad en la Green Room

Eurovisión 2018 ha triunfado en España. El eurofestival ha sido la emisión más vista de los últimos diez años, cuando en 2008 representó al país Chikilicuatre. En total, 7.170.000 espectadores, con un 43,5 por ciento de cuota, han seguido el festival organizado por Portugal, subiendo el interés en las votaciones cuando se congregaron 8.756.000 seguidores frente al televisor, un 51, 2 por ciento de cuota. Se trata de elevadísimos datos de audiencias, dignos de épocas cuando el consumo televisivo no estaba tan fragmentado como ahora.

Lo que demuestra que Eurovisión sigue generando un grandioso interés en la audiencia española, pero también que ese interés crece si el público conoce de antemano a los candidatos. Es lo que ha fallado en las últimas ediciones, en las que los representantes españoles eran desconocidos por el gran público y, por tanto, los espectadores masivos no se sentían partícipes del eurofestival. Daba un poco más igual ver cómo lo cantaba España.

Primera llave maestra que abre la puerta al éxito sin paliativos en televisión: hacer sentirse partícipe a la audiencia de tu producto. Que el espectador se sienta arte y parte de lo que representa la serie, el programa, el canal o, directamente, los artistas. Eso ha conseguido el último Operación Triunfo. Y esa percepción social intentan construir a diario las grandes plataformas bajo demanda para que el usuario se identifique sobremanera con su marca.

En Netflix son maestros de generar una traviesa complicidad con su público potencial. Así fomenta un lazo de identificación tan grande que el usuario defiende a la compañía hasta cuando falla o produce una serie horripilante. Son 'de Netflix'. Fardan de Netflix porque la marca “mola”.

La otra crucial llave maestra de la televisión, que deja patente cada año Eurovisión, es que la música triunfa en televisión si narra una historia auténtica a través de todos los elementos que construyen la TV. Pero, para eso, hace falta una dirección artística que defina, desarrolle y ponga en marcha un buen concepto. 

En las últimas épocas, las propuestas españolas suelen caer en el mismo error todos los años: no cuentan con un concepto diferenciado claro que impulse la personalidad de sus cantantes. Eurovisión cuenta con el valor de que se otorga tiempo de preparación y, después, tiempo de ensayo para perfilar lo preparado.

En España, en cambio, los programas musicales ya no tienen tanto tiempo como antaño para producir bien sus puestas en escena. Tiempo para planificar, dibujar, producir y ensayar. De ahí que no termine de cuajar la música por si sola en televisión. Galas del Sábado, Escala en Hi-Fi, Un, dos, tres son algunos ejemplos de formatos que trabajaban conceptos escénicos con rotundidad para poder pillar desprevenido al espectador con ideas contundentes y bien desarrolladas. Porque una idea que no es bien desarrollada no sirve de nada. Para lograrlo, hay que sincronizar muy bien todos los elementos que dan forma a un producto televisivo: realización, iluminación, coreografía, escenografía, interpretación y guion. Y en España, a veces, trabajan los equipos sin una coordinación contundente de la vieja figura del director, que daba unidad y que firmaba con un gran título de crédito. Una actuación musical que no queda en la retina no funciona en televisión.

Y, por último, la otra gran llave maestra del éxito televisivo es crear citas. Eurovisión es una cita en sí mismo. Pero eso se puede extrapolar a toda la programación de cualquier canal de televisión. Las cadenas necesitan generar acontecimientos en los estrenos de series y programas. Una característica que se logra diseñando una estrategia previa de marketing para que se hable del programa -Eurovisión lo siembra al abrir sus ensayos a las redes sociales, además del debate que despierta por si solo la preparación de cada candidatura de cada país-. También guionizando un buen prolegómeno en el estreno para caldear la atmósfera que necesita el producto sin caer en la trampa de la prisa. Y en la televisión en España confundimos ritmo con prisa, lo que empuja a estrenos a fracaso por una indefinición deslavazada de sus arranques de emisión. O que se lo pregunten al último lanzamiento de Antena 3, La Noche de Rober.

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