OPINION

3 programas de verano que ninguna cadena emitiría hoy (por suerte)

jacuzzi jesús gil
jacuzzi jesús gil

"Es el amo, es el rey, el que controla. Él es la la Ley. Es Jesús Gil y Gil". Así rezaba la canción que identificaba a Gil y Tal y Tal. Se trata de un programa, precursor de los reality shows surrealistas, que llegó de la mano de la televisión que Valerio Lazarov instaló en el Telecinco de principios de los noventa. El formato buscaba reírse del personaje pero, al mismo tempo, glorificó al por entonces alcalde de Marbella y presidente del Atlético de Madrid.

Gil rodeado de chicas en un jacuzzi fue la estampa que evidenció el giro dramático sin retorno que estaba dando la televisión. Con la llegada de las privadas, volvió el destape gratuito y los canales confundieron realizar programas pretendidamente refrescantes con frivolizar con la España de la pandereta, cargada de cliclés sexistas, mujeres florero y señores de la corrupción folclórica.

Gil aprovechó la tele para saciar sus ansias de fama y, a la vez, para ganar en una popularidad que le servía en sus aspiraciones como alcalde oscuro. Parecía de cómic, pero era real.

En su nacimiento, Telecinco intentó darse a conocer con una línea editorial superficial y lúdica como sello para diferenciarse de los más serios contenidos de Antena 3 y La 1. Pero también algún que otro espacio estival de Televisión Española se contagió de de estos modos de hacer televisión a la fresca. Como sucedió, en 1991, con Caliente.

Tras el boom de Tutti Frutti con Las Mamachicho, La 1 decidió competir enseñando carne desde un parque de atracciones acuáticas. Ana Obregón y Rody Aragón presentaban en el Aquópolis una gala de varietés tradicional que incorporaba imágenes en tres dimensiones para ver con todo detalle los cuerpos que chapoteaban en las piscinas.

Aunque lo que evidenció Caliente fue la tendencia a la que se encaminaba el prime time español. Había que subir la audiencia y se decidió, como reclamo, que Ana Obregón entrevistara a su pareja Lequio. El cotilleo de la intimidad de los propios presentadores empezaba a tomar el mando. Poco a poco, pero empezaba. “No es político, no necesita promoción, doctor en historia, Máster en Economía... y futuro marido de Ana Obregón”.

Así vendía Obregón al Conde en un programa que sería imposible de emitir hoy porque su básica fórmula que entremezclaba cuerpos bronceados al rayo uva, actuaciones musicales y sketches sueltos ya no funciona por sí sola.

Pero uno de los mayores esperpentos de los veranos de nuestra historia catódica fue Bellezas al agua, también en los primeros años de Telecinco. Una competición playera ligera de ropa, presentada por Andoni Ferreño, Natalia Estrada y Quique Supermix, con pruebas como el beso debajo del agua. Muy bien traído el juego. El formato, adaptado de Italia, duró tres temporadas (¡tres temporadas!) y contó con una sintonía con una letra que hoy sería trending topic (y para mal, claro):

Tres programas que definen aquella televisión que, con acierto, salía a la calle en verano, dispuesta a refrescar a la audiencia a través de las actuaciones musicales que se celebraban en piscinas o playas de ensueño. Pero que confundió la creatividad traviesa y picantona de los calores vacaciones con vacíos desnudos gratuitos, impregnados de un tufillo machista que, por suerte, el prime time ya ha superado. Al menos, el prime time.

@borjateran

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