OPINION

5 claves desvirtuadas del éxito televisivo que se terminarán revalorizando en los próximos años

Pablo Motos
Pablo Motos

El frenético proceso de producción de contenidos en televisión  ha ido desvirtuando ingredientes que, bien entendidos, eran sustento del éxito para los canale tradicionales y, en cambio, su sobreutilización ha fomentado que pierdan gran parte de su sentido. La música, la duración, la contaminación visual... La televisión tiene que volver a poner en valor, al menos, estos cinco factores que se han trivializado.

1. El silencio

En la televisión que viene se revalorizará el silencio. La música se utiliza de forma tan banal en los programas que se ha convertido en ruido. Ya no siempre se prima una banda sonora coherente para ir marcando estados de ánimo en los formatos televisivos. Sólo se busca un ir y venir de músicas que van de la promoción vacía al efectismo intenso para retener el interés del espectador. Pero un buen silencio a tiempo puede decir mucho más que una explosión sonora sin rumbo definido.

2. La luz

En la televisión que viene se revalorizará la oscuridad. Porque la oscuridad puede ser muy luminosa y elegante. Es más, tapa los defectos en los televisores en alta definición. Al contrario que la hiperiluminación que, en HD, puede agobiar al espectador con tanto vaivén de focos, proyecciones y colorín. La luminosidad siempre será importante en televisión, pero bien entendida. No todos los platós deben contar con idéntica luz blanca plana, no todos los concursos deben pintar de azul al público con la azul (como si fueran Los Pitufos Makineros), no todos los programas espectáculo deben caer en el delirio de haces de luz poseídos.

3. La brevedad

En la televisión que viene se revalorizará la brevedad. Los consumos bajo demanda empujarán a una duración más coherente de los programas. Ya no valdrá rellenar con un mismo contenido largas horas para abaratar presupuesto. Esta táctica de alargar podía tener unos efectos positivos antaño -para subir la cuota de pantalla por la noche- pero, al mismo tiempo, complica el visionado en diferido, donde ya también pelean las cadenas por alcanzar el liderazgo en las nuevas audiencias. Más aún cuando el espectador está curtido en producciones internacionales sin tramas de relleno para hacer más largo el formato: el público quiere contenidos que van al grano. Van al grano pero, ojo, sin tener prisa.

4. La tranquilidad

En la televisión que viene se revalorizará la tranquilidad. En los últimos años se ha confundido demasiado ritmo con ir con prisa. Pero, de esta forma, se mata el clímax de lo que se quiere contar. Se va atropellado. Así hemos sufrido arranques de programas concurso que pisan tanto el acelerador que el espectador no siempre entiende lo que se quiere plasmar y explicar. Más todavía en el género de la entrevista, en el que el invitado no tiene tiempo para relajarse y soltarse. No todas las entrevistas tienen que ser de media hora, pero sí se debe fomentar una atmósfera que, aunque exista estrés por la limitación temporal, no lo parezca.

5. El encuadre limpio

En la televisión que viene se revalorizará la limpieza visual. La pantalla de los televisores se ha llenado de rótulos, reclamos publicitarios, autobombos de las cadenas y otros spams que impiden disfrutar sin obstáculos de la experiencia televisiva. Las cadenas han incorporado un alto volumen de grafismos, unos por obligación -la calificación por edades-, pero la mayoría por devoción: para vender la programación todo el rato. Así, el espectador descubre la apuesta fuerte del canal aunque sólo se conecte con la emisión un segundo, pues el cebo publicitario está colocado en la esquinita superior de la derecha de la pantalla. No obstante, se ha abusado tanto de esta práctica, que al principio era para eventos extraordinarios y ahora es constante, que el público está inmune. Ni se fija. Sólo molesta tanto mensaje que, encima, no suele seguir demasiada coherencia de diseño. Incluso es feo de ver. En las plataformas bajo demanda, como Netflix o HBO, no hay esa suciedad en la imagen. De hecho, estas compañías también ganan adeptos por ahí. Este tipo de televisión a la carta cuida la experiencia del visionado y, por tanto, mima la limpieza de ver el contenido sin interferencias provocadas gratuitamente. Pero de este vital detalle las cadenas tradicionales todavía no se percatan... O no se quieren percatar. 

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