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'Ahora Caigo': cómo reinventar un juego para que no caiga en la monotonía

Arturo Valls devolviendo los tuppers a Enriqueta, personaje recurrente invisible con el que se enriquece el relato del programa.
Arturo Valls devolviendo los tuppers a Enriqueta, personaje recurrente invisible con el que se enriquece el relato del programa.
Antena 3

¿Qué cualidades parece que debe tener un concurso para triunfar en la televisión de hoy? Primera cualidad: permitir al espectador conocer al concursante. Incluso que coja cariño al jugador, así la audiencia se sentirá implicada más que con la destreza con la persona. Segunda cualidad: contar con una trepidante prueba épica final, como anzuelo para que el público se quede hasta el desenlace. Un colofón narrativo con un bote espectacular que moviliza los sentidos del concursante... y del espectador.

Sin embargo, 'Ahora Caigo' no contaba con ninguna de esas dos virtudes. Su gancho es bien diferente: el golpe de efecto de ver si los participantes son engullidos o no por el suelo del plató. Uno de los concursos que más tiempo lleva en emisión, desde 2011, pero ahora ha sufrido una actualización por aquello de renovarse o cancelarse. Y sí, ahora hay más margen para que el público coja afecto a los jugadores. Y sí, ahora se ha inventado una prueba final más 'rosco' de 'Pasapalabra', al igual que hizo unos años también 'Boom'. Lo que amplificó su éxito con equipos de participantes que aguantan durante meses y meses, como 'Los Lobos'.

Así, desde febrero, el concursante central que gana a sus ocho oponentes se enfrenta a un gran duelo final en un contrarreloj. En dos minutos, debe contestar correctamente a diez preguntas. De superarlo, gana el dinero acumulado ese día y vuelve al día siguiente. De no conseguirlo, no se llevará el dinero, pero igualmente vuelve al día siguiente. Sólo es eliminado cuando uno de los oponentes le gana y ocupa su lugar.  

Producido por Atresmedia Televisión en colaboración con Gestmusic (Banijay Iberia) y presentado por Arturo Valls, ‘¡Ahora caigo!’ no ha parado de crecer en sus más de 2000 entregas en las tardes de Antena 3. Aunque su estructura era simple, el guion del espacio ha sido hábil para introducir gag recurrentes, ediciones temáticas como acontecimiento y hasta inventarse personajes fijos (reales o invisibles, pero que están ahí...) o personajes capitulares, lo que recuerda que para construir el lazo de complicidad con el público un programa de entretenimiento televisivo hay que atreverse a las ideas y no quedarse en repetir protocolos establecidos de manera cuadriculada. Ahí el visitante habitual de 'Ahora caigo' a la grada de plató es fundamental: la audiencia conoce a los abuelos que no fallan a la grada. Tienen su protagonismo, crean vínculos con el espectador. Especial mención Palmira, de abuela asidua a la grabación a casi copresentadora de Valls. Un pasillo del decorado ya lleva hasta su nombre 'El paseo de Palmira'.

Pero, finalmente, el programa ha sucumbido a la tendencia de un intentar un elenco de concursantes más estable. De esta forma, el concursante central se hace más fuerte a ojos de un espectador que observa una mayor motivación, ya que la suma económica también va creciendo con su permanencia. Aunque, sobre todo, la mayor motivación está en la conexión que se provoca con esos participantes. Ahí el casting debe tener puntería, pues debe lograr gente con el carisma completamente equilibrado. No pueden ser pedantes ni empollones, deben seducir sin que parezca que seduzcan. Mejor si hasta enamoran por su autenticidad. En definitiva, tienen que caer bien. Nunca mejor dicho.

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