OPINION

Alfonso Arús: su plan para conquistar la franja matinal de La Sexta

Alfonso Arús, La Sexta
Alfonso Arús, La Sexta

Alfonso Arús se entera de las audiencias de Arusitys justo cuando ya está en directo. Su nuevo programa empieza tan temprano, a las 7.30 de la mañana, que el sobresalto por el dato de share llega al presentador en plena faena, lidiando con sus colaboradores y el madrugón de la audiencia.

Y de sobresaltos va Arusitys. Porque su audiencia está aún despertándose y hay que desadormecer al personal. Abrir las puertas de un formato de entretenimiento tan temprano es un reto complejo. De hecho, pocos televidentes llegan al comienzo de la emisión de este morning show. El público se va incorporando a medida que avanza la mañana, lo que supone un hándicap añadido a la hora de ir introduciendo los contenidos en emisión. Nadie debe perderse, aunque nadie esté desde el comienzo y, además, pocos estén prestando excesiva atención a lo que ocurre el plató.

Como consecuencia, Arusitys se ha estructurado en un ir y venir de frenéticas secciones temáticas que son fáciles de consumir sin necesidad de seguir el hilo de las tres horas de programa. Al igual que sucede con los guiones de El Secreto de Puente Viejo, pero con diálogos menos rococós,  Arusitys es un formato que se puede ver sin estar viéndolo, pues te acompaña, sea mientras te haces el desayuno, te lo comes, te planchas unas cuantas camisas o te pones a hablar por teléfono.

Al final, el programa es una especie de carrusel con mucho vídeo viral, mucho cotilleo made en Instagram, mucha tertulia televisiva con las de siempre y todo articulado a través de temas prácticos que interesan al público a esa hora: que si el tiempo, que si un poco de información, que si mucho rótulo para que nadie se pierda. Así la pantalla se divide en mil pedazos. En la parte superior, una sobreimpresión grita la sección en la que se encuentra el programa, abajo un titular llamativo de lo que se está hablando y, de vez en cuando, pasan unas nubes para recordarnos la climatología de esta matiné. Bien pensado para engatusar al ojo del espectador más despistado.

El programa intenta reproducir la dinámica de los shows de entretenimiento de las radiofórmulas musicales pero siguiendo la estela del formato que tan bien funcionó a Arús durante casi dos décadas en Cataluña, en 8TV. Y Arús, en el ruedo nacional, demuestra seguir en buena forma. Su cabeza va tan rápido que no da tregua. Sabe de tele y lo demuestra constantemente con una intuición para montar y desmontar su propio programa en función de lo que observa que está funcionando y lo que no. Un perfil de presentador-director que ya casi no existe en televisión. Pero La Sexta ya cuenta con dos: Ferreras y Arús, que pintan que harán buen tándem matinal porque, además, se respetan sin vergüenza para lanzarse alguna que otra provocación, lo que potencia la marca de la Sexta como un canal vivo con rostros interconectados.

Arús es un maestro del directo. Rápido a la hora de lanzar el comentario, la ironía o el zasca que necesita el público para no desconectar y que el tema sea más atractivo de lo que realmente es. También es hábil para romper el ritmo o lanzar una indirecta cómplice al espectador. Así el programa va construyendo un todopoderoso lazo con una audiencia que se irá convirtiendo en fiel.  Ahora lo que necesita es tiempo para asentarse y que ese público potencial conozca de su existencia.

Pero, de momento, Arusitys ha llegado con los deberes hechos y las ideas claras. Su programa es un plan bien ejecutado: va al grano, entiende las necesidades del espectador a esa hora pero sin perder la perspectiva de su contenido y de crear un sello propio con un tono bien definido. Arús no necesita polemizar con franquistas -como los sensacionalistas programas matinales de las grandes cadenas privadas- ni, de momento, se plantea utilizar la lágrima fácil.

Al contrario, Aruscitys quiere ser una alternativa televisiva de buen rollo matinal que, más que competir con rivales, prefiere centrarse en un estilo propio para enganchar como producto complementario que recuerda que está en directo y conectado a la calle. Lo logra con ayuda de la imagen de webcams, con las que se va conectando con diferentes localizaciones de la coreografía. Y lo exprimen, ya que Arús y los colaboradores del programa son ingeniosos hasta para realizar un jocoso mini reality gracias a la retransmisión verbal de lo que graban esas cámaras. Este miércoles, por ejemplo, se imaginaron la historia de un simple coche que se paró en una carretera.

Y eso es lo que necesitaba La Sexta para mantener viva la llama del directo de  cadena pegada a la actualidad -que a esa temprana hora emitía documentales de saldo como crímenes imperfectos- y con Arús intenta recuperar a un público joven que, a esa hora, estaba huérfano de televisión. El único problema es que ese público que aportará Alfonso Arús, tal vez, no sea demasiado útil para Ferreras. Aunque sí para La Sexta, que necesita ser más joven además de seguir siendo tan intensamente política.  Porque el periodismo también es joven. Y ahí, tras algún que otro intento en la TVE de los años noventa, hay un nicho que aún está por desarrollar en la televisión en España.  Es el momento. 

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