OPINION

Amaia Romero y su homenaje a la resaca de la adolescencia

Amaia Romero
Amaia Romero

No ha tenido prisa en tiempos de celeridad y ansiedades. Dos años después de entrar en la academia de OT, ha visto la luz el disco de Amaia Romero, titulado 'Pero no pasa nada'. Ha aterrizado sigiloso, cuando el boom del programa ya parece haber pasado y muchos de sus compañeros, de su edición y de la siguiente, apenas consiguen llamar la atención con sus singles, que llegan y se olvidan rápidamente. Sin ir más lejos, Famous, el ganador de 'OT 2018', ni siquiera ha logrado aún sobrepasar el millón de visualizaciones con su primer single, lanzado hace un mes.

Pero da la sensación de que a Amaia, que también es autora de sus canciones, no le preocupa en exceso la promoción y conseguir grandes ventas y toneladas de visionados en Youtube. O eso transmite. Sólo ha querido crear siendo honesta con aquello en lo que cree. "Quería que este primer disco me representase", le ha contado recientemente a Buenafuente en 'Late Motiv'. Y ese objetivo lo ha conseguido, pues el disco no deja de ser un homenaje a las canciones pequeñas y a la sencillez del aprendizaje en la resaca de la adolescencia. Amaia habla con sensibilidad del amor, del desamor, de ser uno mismo. O, al menos, de intentarlo.

Ganó OT por su talento, pero también por su capacidad de inspirar con una transparente verdad que ya no es muy habitual en televisión Aprovechó la oportunidad, se dejó conocer y compartió sus inquietudes y hasta sus inseguridades. Ahora el disco continúa esa estela. Sus letras también son transparentes, imperfectamente transparentes. Como ella.

Quizá podría haber hecho el equilibro de cuidar su personalidad con su lanzamiento discográfico sin haber esperado tanto para aprovechar el tirón del furor televisivo de OT, que, desde luego, no es igual de fuerte ahora que el año pasado. Porque también es compatible intentar coger la ola del momento de popularidad sin dejar de mantener tu coherencia.

Pero Amaia ha decidido hacerlo así, a fuego muy lento, y se lo han permitido. Volverá a la tele y necesitará la tele, aunque con 'Pero no pasa nada', consciente o inconscientemente, ha desarrollado un trabajo con los cimientos para poder recorrer el país en una gira, en la que las canciones irán creciendo concierto a concierto, enriqueciéndose, haciéndose más grandes con la arrebatadora energía que irradia su autora en directo.

En esa experiencia, también es esencial cuidar su marca personal apostando por un buena dirección artística y un icónico diseño de producto. Y el diseño de su disco es mejor que el de cualquier otro de la factoría OT. Coherente e ingenioso, no se queda en una portada tópica y opta por una historia que aglutina todo el proceso creativo con un interesante punto naif. Y es aún más espectacular en la versión analógica en vinilo azul. 

Amaia, dos años después de OT, no es la misma Amaia. Ni tiene por qué serlo. Pero sí mantiene esa capacidad de hacer que el espectador sienta que sigue compartiendo su evolución. Como pasaba dentro de la Academia, pero ahora con la calidad de su música que llega como ella misma: pequeña, sin máscaras, emocionante, libre, sin ocultar inseguridades y miedos.

Todos hemos tenido veinte años, como tiene Amaia en 2019. Su disco nos hace revivir lo que nos preocupaba entonces, lo pavos que éramos, lo tontos que nos hacían sentir los intensos sentimientos propios de la edad y hasta quizá nos hace plantearnos que no hemos cambiado tanto como creíamos. Tal vez, hay sentimientos que no tienen la fecha de caducidad que pronosticamos. De eso va el trasfondo de su música, de descubrir, ensayar, percibir en épocas de estribillos fabricados con moldes intercambiables. En su siguiente disco, Amaia avanzará pero lo más probable es que conserve su lucha por la coherencia de intentar ser ella misma, le guste a quien le guste. Será apasionante.

@borjateran

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