OPINION

Bertín Osborne y el aburrimiento

Bertín Osborne y Alejandro Sanz.
Bertín Osborne y Alejandro Sanz.

Mi casa es la tuya' ha grabado una tanda de programas en Miami con personajes de la talla de Alejandro Sanz. Una buena idea, para sacar a Bertín Osborne del hábitat en el que ya el espectador lo tiene muy visto e intentar conquistar la curiosidad del público de Telecinco con personajes que muestran una vida de lujo aspiracional al otro lado del océano.

La treta es un buen giro de guion del formato de Telecinco y Proamagna. Porque, a diferencia de los comienzos del programa en su primera etapa en TVE bajo el nombre de 'En la tuya o en la mía', da la sensación de que a veces Bertín Osborne se aburre presentando su propio show.

Su 'campechanía' cada vez es más previsible y repetitiva. Incluso se nota que cuenta con 'pinganillo' en la oreja que dicta las preguntas que hace. Osborne ha entrado en cierto automatismo. No es transparente en el rodaje, repite los trucos que sabe que le funcionan: esos convencionalismo de cuñado simpático. Pero para su programa es nefasto, ya que cae en una monotonía que lo hace depender exclusivamente del tirón del invitado de turno.

'Mi casa es la tuya' ha perdido la frescura del comienzo. El equipo del programa intenta reinventarse con un buen guion, una realización acogedora y acciones creativas puntuales, como irse a grabar a Miami con Alejandro Sanz o llevar a "la casa blanca" del propio Bertín a las 'Omaítas' de Los Morancos -como sucederá esta noche-. Todo para frenar la uniformidad de este docushow. Pero el problema de fondo está en que, a pesar de tantos intentos de guion, Bertín proyecta en emisión que se ha acomodado demasiado en su tono como presentador del espacio, lo que desgasta el programa. Su actitud es más previsible que antes.  Su interpretación ante las cámaras desprende cierto aburrimiento.

No es el Osborne natural, al que amar u odiar pero que no crea indiferencia. No es el Bertín que se deja llevar. Es un Bertín que está más atado a un guion de simpatía protocolaria y curiosidad prefabricada con preguntas que repite como un papagayo como si el convidado le diera igual.

Lo que es fatal para este docushow que brilla más o menos dependiendo de la espontaneidad del invitado y que debería sostenerse más por el aliciente más estable de la propia espontaneidad de su presentador. Bertín debe jugar más en casa y no cuando se va a la competencia. Porque, en determinados momentos, parece que está más cómodo en 'El Hormiguero' que en su propio hogar. Nada que ver con los inicios de 'En la mía o en la tuya'.

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