OPINION

Bertín Osborne y el curioso caso del programa para verano que se emitió en otoño

Bertín, Mariló y Pocholo, Mi casa es la vuestra
Bertín, Mariló y Pocholo, Mi casa es la vuestra

Si Mi casa es la tuya es la spin off en Telecinco de En la tuya o en la mía de TVE, ahora Bertín Osborne se ha reinventado, una vez más, con otra nueva secuela para su programa de entrevistas en hogar propio o ajeno. Se llama Mi casa es la vuestra -inesperado nombre- y se estrenó el pasado viernes con Mariló Montero, Agatha Ruiz de la Prada y Julio Iglesias Jr.

Ahí está la diferencia crucial del formato de siempre. Ahora Bertín mezcla a diferentes personalidades en una misma casa de vacaciones en Marbella. Su convivencia crea tramas a través de una especie de estancia vacacional que surge entre entrevista y entrevista con apariciones estelares como la de Pocholo Martínez Bordiú, que se encuentra con Mariló, que sigue en la mansión desde la "semana pasada".

El cantante, actor, presentador y empresario se escapa a la Costa del Sol con la excusa de que se había quedado solo en su chalet madrileño y decide desconectar en el Sur haciendo de anfitrión de amigos y conocidos.  Y justo, aquí, se esconde el problema del espacio.

Mi casa es la vuestra se pensó como programa ideal para la emisión durante las vacaciones veraniegas. Un docushow fresco y ligero planificado para refrescar los meses de julio y agosto. De hecho, se rodó mucho antes del estío para estar listo a tiempo. Pero, al final, Telecinco se lo ha reservado para la temporada alta de octubre y lo ha lanzado frente a un estreno de Tu cara me suena 7 que ha retornado muy fuerte.

Lo malo es que las entrevistas llevan muchos meses rodadas, algunas han quedado incluso desfasadas porque esos invitados han vivido mucho después. Ya ha sucedido en la primera emisión con Agatha Ruiz de la Prada hablando de una situación sentimental muy diferente a la que han narrado las revistas del cuore en las últimos meses. También quedará extraña la charla con Las Campos, por el mismo motivo. Ha pasado mucho tiempo. Demasiado, para lo rápido que va la televisión de hoy. Tanto que, en parte, el programa huele a obsoleto. Porque desprende un verano que nunca existió.

Y los invitados están en actitud estival, lo que choca con un espectador que ya está inmerso en su rutina otoñal. Consecuencias de una tele que se piensa mucho la emisión de determinados programas. Y, claro, a veces, se estrenan cuando ya pasó el arroz para el que estaban concebidos.

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