"Empieza el año I después de Camilo Sesto". Así, con 'Mola Mazo' sonando a todo volumen, ha terminado la edición de la Nochevieja de 2019 a 2020 de 'Cachitos de hierro y cromo'. Apoteosis necesaria.
De nuevo, catarsis colectiva por obra y gracia de una excelente selección de momentos estelares que atesora el valioso archivo de RTVE. Un archivo que inspira en forma y en fondo, más aún si se presenta a través de un formato de entretenimiento como 'Cachitos'. Su guion no sólo recuerda éxitos musicales, también descubre hits que no conocían los más jóvenes. Y bien contextualizados gracias a los famosos rótulos del programa, que aprovechan con astucia la fuerza de las imágenes de la televisión que marcó generaciones por su riesgo y osadía creativa.
Y es que la televisión sin riesgo no destaca, no crece, no existe, es de usar y olvidar. Lo recuerda 'Cachitos de hierro y cromo' cuando aparece en emisión. Lo muestra por el ingenioso puzle de fragmentos de TVE que dicen tanto de la televisión, de la evolución de la dirección artística de los programas y, por supuesto, de nuestra historia como país. Una sociedad que evolucionó a tono con el riesgo imaginativo.
Y, a la vez, ese vital riesgo televisivo también lo ejemplifica 'Cachitos de hierro y cromo' por su trepidante edición de imágenes y sus propios rótulos, guionizados por Pablo González Batista y Antonio Vicent. Estos letreros podían haberse quedado en meros chivatos de información accesoria, pero el programa ha ido más allá: los rótulos generan un todopoderoso vínculo de complicidad con el espectador. Así el programa no es un zapping más: tiene autoría, cuenta con un tono global definido.
Pero abrazar la empatía de la audiencia siempre se logra mejor con la habilidad de la ironía. Y la ironía requiere de inteligencia y valentía de las cadenas. Lo que, por supuesto, es el riesgo televisivo que sufren las cadenas tradicionales.
'Cachitos' lo ha vuelto a lograr esta Nochevieja, poniendo banda sonora a la celebración y acompañándola de esa mordacidad que hace mejor cualquier fiesta. Porque, a veces, se confunde fiesta con frivolidad vacía. Error, pues es mucho más poderosa la fiesta que viene con 'chicha' de la que se aprende entre sonrisa y sonrisa.
Así, un año más, 'Cachitos de hierro y cromo' ha sido una colosal factoría de rótulos para la posteridad. Rescatamos algunos de los más maquiavélicos. Un ejemplo de televisión pública inteligente, que no tutela al espectador, que inspira, que es crítica, que es inventiva, que es libre, que es comprometida con su tiempo y con su audiencia (cómplice):
En la grabación de 'Rocío Jurado y los detonadores' se les fue un pelín la mano con el bote de Colón...
María del Monte y cómo ligar a la sombra de los pinos. Queda un poco ya lejos...
Lolita versionando la canción que recitaba el consejo de ministros perfectos para Lola Flores y que su madre cantaba justo cuando perdió el pendiente.
Dolores Abril cantando 'Ole, los hombres de España, los más valientes del mundo entero'.
Kiko Veneno cantando 'Volando voy, volando vengo' y por el camino me entretengo.
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