El 22 de octubre 'Operación Triunfo' cumplirá veinte años de su primera emisión. Dos décadas del que fue el gran fenómeno musical de nuestra televisión y que cambió la existencia a Rosa, David Bisbal, David Bustamante y tantos otros. También un poco a la televisión, que incorporó en España una curiosa mezcla entre el género del talent show y el reality show.
Con los años, lejos de hacerse mayor, 'OT' ha ido demostrando que tiene capacidad de reinventarse y adaptarse a sus tiempos. Nuevos tiempos. De hecho, y paradójicamente, es uno de los formatos más modernos que se han emitido en nuestra televisión reciente y que mejor se ha desenvuelto en las nuevas narrativas que fluyen desde las redes sociales y aplicaciones móviles. 'OT 2017' aportó esa modernidad que Televisión Española necesitaba, acercándola a nuevos públicos y ejerciendo un interesante trasvase de espectadores de Youtube, donde se fidelizaba audiencia con una ordenada emisión del canal 24 horas, y las galas convencionales que emitía La 1.
El acierto estuvo en el casting, con perfiles inspiradores que aportaban la mirada de la sociedad del momento, pero también en el planteamiento de una luminosa academia abierta con una directora próxima que representaba ese vital vínculo directo entre el interior de la escuela y el propio público. Siempre hablando a los concursantes con una honestidad sin demasiadas fisuras, capacidad que no suele suceder en una televisión que intenta camelar a sus cobayas por aquello de la audiencia.
Así 'OT' ha sabido mantenerse vigente, a pesar de ser una marca ya veterana. Pero, curiosamente, ahí está también la clave de su éxito. 'Operación Triunfo' es un sello que está marcado en el imaginario colectivo. Por tanto, en tiempos de tantos impactos audiovisuales, es más sencillo lanzar una nueva edición de 'OT' que cualquier formato musical nuevo. Y es que el público da una oportunidad a su recuerdo, a ese show que le enganchó. Y no tanto a aquello que desconoce y no tiene margen para conocer.
Pero, ¿cómo puede actualizarse 'OT' una vez más? La clave está en que las galas, donde los concursantes exponen su aprendizaje semanal, se parezcan cada vez más al tono distendido de la academia. La escuela tiene un lenguaje cercano, de su época y, encima, útil. Muy TVE. Y es que el espectador aprende mientras ve las clases prácticas de los concursantes. Ya no tiene sentido estructurar programas de prime time con presentaciones eternas, lo suyo es jugar con ese caos ordenado del día a día. De ahí que Noemí Galera, además de directora de la academia, podría ser la presentadora de un posible retorno de 'OT'. Habla al público con la sencillez de la televisión de hoy y, además, atesorando el carisma de la televisión de siempre. En las galas de 'OT' se necesitan ver más sus reacciones, las de los compañeros, profesores y público que está involucrado en la evolución de cada jornada de trabajo y sabe el esfuerzo que esconde cada canción. Y quizá ver menos las del jurado, que no suele estar tan implicado.
Al final, la televisión es implicación. Y ahí estriba todo el gran éxito de 'OT', en la etapa analógica donde rompió-audiencias transversales y, años después, muchos años después, en la etapa digital donde movilizó al público joven hasta recuperarlo para la tele: 'OT' implica. Pocos programas consiguen esa palabra mágica: implicación.
