EN PERSPECTIVA

Cómo emitir una Mascletá sin Mascletás

Màxim Huerta con traje típico de saragüel en À Punt.
Màxim Huerta con traje típico de saragüel en À Punt.
À Punt

La pandemia no ha paralizado las Mascletás en la televisión autonómica valenciana, À Punt. A pesar de que no se pueden celebrar en la calle, la cadena ha optado por el ejercicio de mantener su cita con la retransmisión de una tradición de tal calado social. A la misma hora, los mismos días: la mascletá sigue explotando en televisión, aunque el silencio inunde la calle.

¿Cómo se emite en directo una tradición que no está sucediendo? À Punt ha decidido producir una serie de retransmisiones con Màxim Huerta al frente, junto a Ferran Cano y María Fuster. Desde el cálido plató del magacín de tarde, 'Bona Vesprada', se mantiene prendida la divulgación de la tradición a través del rescate de mascletás míticas de su fondo documental, que reúne todo el archivo de su cadena predecesora y cerrada abruptamente Canal 9. 

En cierto sentido, digamos que Huerta conecta en directo con el pasado. Lo que provoca la particular experiencia de revivir un estruendo pirotécnico que fue un éxito antaño con la perspectiva que otorga la información extra de sentirlo tantos años después.

Ver a Rita Barberá animando a una Fallera mayor infantil es asistir a la historia sabiendo ya como acaba.  Así se produce un visionado inaudito cargado de nuevos contextos que, además, sirve para divulgar desde el entretenimiento la cultura y las circunstancias de unas fiestas y la industria que las sustenta. 

De esta forma, À Punt mantiene una cita, que tan buen rendimiento ha otorgado al canal desde su nacimiento, pues el éxito de una autonómica -más aún cuando se ha inaugurado en tiempos de tantos impactos audiovisuales- está en la capacidad de tomar el pulso a las pasiones de sus habitantes. Esas pasiones que los hacen diferentes de otros lugares. 

Ahí está el porvenir de À Punt: en lanzarse a abrazar la pluralidad de la realidad de la Comunidad Valenciana sin ningún complejo. Revivir estas Mascletás de otra época con la energía de la avispada, espontánea y emocionada curiosidad de Màxim Huerta también define el aprendizaje de un canal que se arremanga más que en sus principios. Es más cómplice. Es más inquieto. Es más familiar. Es más de cada barrio. En cambio, en el nacimiento de À Punt, el grueso de su oferta no transmitía la espontaneidad de lo próximo y contagiaba cierta lejanía de lo encorsetado. Daños colaterales de cuando nacen nuevos canales pensando más en lo utópico de la teoría de la matrícula de honor mediática que en mirar más a la diversidad de la gente de la calle, donde la imperfección enriquece más que las clonaciones sin personalidad propia de lo supuestamente óptimo. 

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