OPINION

'Con las manos en la masa': el tesoro que esconde el mítico programa de recetas de RTVE

Sara Montiel en 'Con las manos en la masa'
Sara Montiel en 'Con las manos en la masa'

La primera receta de 'Con las manos en la masa'(TVE, 1984-1991) fue un huevo frito. Elena Santonja no estaba de acuerdo con el dicho "no sabes ni freír un huevo'. Pues claro que no. Como si fuera fácil...

TVE estrenaba un programa de hacer recetas sin chef. No importaba, pues en realidad era un forma de acercar la cultura española con un prisma diferente.

'Con las manos en la masa' tuvo claro que los fogones siempre han sido ese punto de reunión familiar que es perfecto escenario para la confesión. Y la televisión lo aprovechó. Poco a poco, lo que iba ser un espacio divulgativo de la cocina autóctona se fue transformando en un fondo documental de valiosos testimonios de referentes sociales de la cultura española. Sin sofisticaciones, sin esnobismos. Como era la cocina que ejercía el formato.

Por la cocina de Santonja pasaron las grandes personalidades de la segunda mitad del siglo XX. Ahí, mientras guisaban su plato fuerte, compartían inspiradoras experiencias vitales. Santonja era una maestra en crear ese clima de confianza tan estrecho al ritual gastronómico. Lo hacía con el punto exacto de ironía como aliada, que hacía al programa más carismático y, por tanto, con más gancho.

Reviendo 'Con las manos en la masa' descubrimos la lección que aprendió Fernando Fernán Gómez cuando debutó en escena y pensó que interpretar no era lo suyo u observamos a Sara Montiel explicar cómo fue su primer beso que, por cierto, fue en el cine y con el propio Fernán Gómez. Incluso asistimos a una llamada desesperada de Pedro Almodóvar a su madre. Pura comedia para que le soplara parte de la receta que el director manchego había olvidado. Tantos nombres compartieron con Santonja, tantas personalidades abriéndose y jugando sin esos corsés que se caen cuando se entra a una cocina. 

Para propiciar esta atmósfera, ayudaba que el programa no era nada cuadriculado: se atrevía a romper con su propio guion. Así el día que fue Chicho Ibáñez Serrador apareció una mano cortada dentro de la cazuela y, la receta, terminó como una película de miedo con el equipo de TVE envenenado. O así, también, cuando acudió Adolfo Marsillach, de repente, lo que parecía el programa normal era sólo una especie de secuencia fallida de una película. Se abrió el plano, se vio la trastienda del estudio y el director dijo: "corten". La creatividad mandaba en un programa que se había alzado como punto de encuentro de la diversidad de creadores del país.

En estas semanas de confinamiento, el archivo de RTVE está recuperando las recetas que dejó 'Con las manos en la masa' durante sus siete años de emisión diaria. Guisos sin fecha de caducidad y narrados de una manera muy didáctica apta para los tiempos que corren. 

Aunque, sobre todo, el desconocido tesoro que esconde este programa son las revelaciones de sus invitados, que logró con astucia Elena Santonja y su curiosidad con tanta ilustración en la mochila. Ella sabía llevar a sus visitantes a la declaración sincera. Porque el encuentro era sincero. Tanto que el propio programa se acabó al no querer Santonja introducir publicidad sutil entre los utensilios y materia prima que utilizaba.

Visto hoy, lo que podía ser sólo un espacio de recetas más de tantos se ha transformado en una gran videoteca para aprender de nuestra cultura y las experiencias vitales de sus protagonistas contadas en primera persona. 'Con las manos en la masa' es un retrato de nuestro país hecho con centenares de trazos finos y algún que otro grueso.

Ya la peculiar e inolvidable sintonía del programa, compuesta y escrita por Vainica Doble e interpretada por Gloria Van Aerssen y Joaquín Sabina, apuntaba maneras:

"-Chiquillo, que yo hice un cursillo, para Cordon Bleu.

-Eso ya lo sé. Pero, chiquilla...

-¿Qué?

-Dame pepinillos. Y yo los remojaré con una copita de ojén".  Muy España, muy nosotros.

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