ANÁLISIS

'Patria', homenaje a las madres de Euskadi

La serie de HBO retrata la quiebra de la sociedad que mata a tu marido y, encima, después te intenta hacer sentir culpable.

Patria
Patria
Borja Terán

"Hay una cosa que no te he contado, ETA ha dejado de matar. Va, eso es lo que han dicho, pero yo no sé si va en serio o es un truco para ganar tiempo y rearmarse. Di que a ti, maten o no, de poco te va a servir. Pero tengo la necesidad de saber. No quiero que me entierren sin saber quién te mató, es una necesidad muy grande". Así 'Patria', la serie de HBO basada en la novela homónima de Fernando Aramburu, marca su objetivo narrativo en sus primeros minutos.

En este monólogo, que en realidad es un diálogo, Bittori habla con su marido, el Txato, mientras está sentada sobre su tumba. Fue asesinado por ETA. Ella misma le da la noticia del fin de ETA. Incrédula, claro. Aunque 'Patria' va justo de creer. Hasta creer desde la incredulidad.

Se nota la mano de Aitor Gabilondo, prestidigitador en el arte del entretenimiento televisivo seriado apto para todos los públicos. Coautor de series rompe-audiencias como 'El Príncipe' y 'Allí abajo' esta vez da un paso más allá atreviéndose a indagar en una realidad social que aún sigue siendo un tabú. Demasiado sufrimiento, demasiada complejidad.

Pero, para solucionar cualquier conflicto interno y externo, dicen que es importante humanizar incluso al enemigo. Es lo que intenta, a su manera, 'Patria'. Pero, entonces, saltan los miedos y la indignación: ¿se va a blanquear a asesinos? La respuesta es no. Una buena ficción está para plantear y el espectador (inteligente) extrae sus propias conclusiones. En este sentido, esta producción es más una inmersión en la cotidianidad de dos familias amigas, muy amigas, destruidas por el odio de la patria malentendida y retratándolo. Lo que convierte a la ficción no sólo en una propuesta de entretenimiento, también en un proyecto que con la perspectiva de los años puede ir adquiriendo valor documental para comprender quizá un poco mejor la situación de esa colectividad anónima, sin nombre propio, atrapada en la tragedia del terrorismo, el extremismo y la ciega cerrazón. La quiebra de la sociedad que mata a tu marido y, encima, después te intenta hacer sentir culpable.

La estética fría y oscura por la que ha apostado la dirección de fotografía de 'Patria' enmarca al espectador con telegénica maestría en el universo de Euskadi, sobre todo cuando esa humedad del ambiente gira a calidez a través de la mirada honesta, próxima y transparente de las protagonistas de la historia Miren y Bittori, interpretadas por dos poderosas actrices: Ane Gabarain y Elena Irureta.

Miren y Bittori, amigas, tan amigas, separadas por el dolor pero unidas por  ese amor a los suyos, que, en realidad, es lo que hace avanzar la sociedad. Dos madres sufriendo inevitablemente por sus hijos, por su realidad. Ahí radica la fuerza de 'Patria', por eso desconcierta en tiempos de la simplificación de la realidad, de la teatralización sobreactuada de la política y la utilización del dolor. 'Patria' sólo es la historia de dos ciudadanas sin trincheras engullidas por la trinchera de la sinrazón.

Así, al final, 'Patria' es una especie de homenaje a todas esas madres del País Vasco. Un homenaje para aprender de esos detalles humanos que son los que permiten cicatrizar, que saben lo peligroso de enquistar el odio.

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