OPINION

Cuatro: el problema y la virtud de la televisión que quiso ser diferente

Rubén, de 'La isla de las tentaciones' a 'Mujeres y hombres y viceversa'
Rubén, de 'La isla de las tentaciones' a 'Mujeres y hombres y viceversa'

Las cortinillas de continuidad de Cuatro, esa línea de grafismo que aparece en las pausas publicitarias e identifica el canal con su imagen corporativa, se mantienen desde que Mediaset se hiciera con el poder de la tele de color rojo que creó el grupo Prisa. Ha pasado una década, pero parece que nadie ha querido tocar este signo de personalidad del canal, como a sabiendas que cualquier cambio iba a ser a peor.

La crónica de la fusión por absorción de Cuatro representa la historia de una cadena que quiso ser diferente y terminó caminando a rebufo del modelo de Telecinco. De hecho, las decisiones de programación de Cuatro se suelen tomar para no ensombrecer a Telecinco.  

Mediaset centra fuerzas para hacer brillar el liderazgo de su canal principal pero, al mismo tiempo, necesita mejorar datos de su segunda marca. El problema y la virtud está en que gran parte del éxito de Mediaset se sustenta en la homogeneización del tono de todos sus contenidos. Los programas de Mediaset se notan que son de Mediaset. Y eso es un valor, sí. Pero un valor que, paradójicamente, asfixia a la complementariedad de Cuatro para atraer a otros públicos.

Pero esta compañía es experta en transformar la debilidad en ventaja en el mecado y se ha inventado el término 'televisión transversal', que no paran de cacarear. Aunque de transversal nada, simplemente se trata de traspasar los mismos programas de un canal a otro. Así Mediaset arrastra el éxito de Telecinco a Cuatro y aupa la audiencia media de su segundo canal. Este dopping ha funcionado con destreza con el salto de los rompe-audiencias 'Supervivientes', 'Gran Hermano' o 'La isla de las tentaciones' de Telecinco a Cuatro en la noche de los martes. El resultado ha sido positivo: la audiencia media de Cuatro ha crecido.

Como consecuencia, tras el boom de 'La isla de las tentaciones', los de Telecinco han visto la oportunidad de incorporar el tirón de los participantes de este reality de la infidelidad a formatos como 'Mujeres y hombres y viceversa'. Con este modus operandi, da la sensación de que Mediaset ha intentado replicar la fórmula de Telecinco en Cuatro. Misma dinámica de grandes franjas en directo con la diferencia que aquí intenta conectar con un público más joven.

De esta forma, la tarde de Cuatro se ha pretendido cimentar con un maratón de magacines en vivo, fundamental para sembrar rutina en el ojo del espectador: 'Todo es mentira', 'Cuatro al día', 'Mujeres y hombres y viceversa' y el nuevo 'La habitación del Pánico'. Se busca crear una cita estable en directo con el entretenimiento que mejor produce Mediaset. Sin embargo, ya ha caído la primera pieza: 'Mujeres y hombres y viceversa' ha vuelto esta semana a su horario habitual, en el mediodía, tras sus malos rendimientos de audiencia en la tarde.

A priori, este paulatino viraje de Cuatro sonaba a estrategia ingeniosa y hasta con un punto de picaresca: transformar a Cuatro en un Telecinco más adolescente, nutrido por la tele-realidad de cabecera del canal grande. Muy rentable, pues no hay que invertir en realities propios y, en esta segunda ventana, se amortiza aún más las tramas que ya alimentan a todos los programas de Telecinco.

Pero el problema es que la sobreexposición de los mismos dimes y diretes no sostiene a Cuatro. No aporta nada nuevo y la realidad es que el público se queda en Telecinco si le dan el mismo contenido. Las tramas de los realities no dan para tanto, tampoco otro tipo de temas. 'Cuatro al día' es una repetición de lo que ya se ha visto en 'El programa de Ana Rosa Quintana' por la mañana y 'Mujeres y hombre y viceversa' ya es un sucedáneo de los restos de todos los realities de Mediaset juntos en el que los participantes más que ir encontrar el amor... acuden para no perder el tren de vivir de la fama. Para eso, el público se queda en la efervescente versión original. En Telecinco, vamos. Y ya, si eso, va a Cuatro en los martes noche, cuando Cuatro se convierte en Telecinco y Telecinco se muta en Cuatro para hacer un traspase de audiencias que eleve la media del canal más débil. Más que televisión transversal, lo deberían llamar la televisión táctica. Sería un magistral eslogan.

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