ANÁLISIS

David Broncano: de reportero en 'Callejeros Barriobajeros' al escondite de 'La Resistencia'

Claves de fondo de un éxito de la televisión de pago.

David Broncano 'Callejero Barriobajero'
David Broncano 'Callejero Barriobajero'
Borja Terán

"Ganabas tú más como bailaor que como periodista", dice una entrevistada a David Broncano tras verle bailar mientras grababa un reportaje a las puertas del Palacio de Deportes de Madrid. Todo muy 'cani'. Eran los tiempos en los que Broncano estaba trabajando en 'Estas no son las noticias' en Cuatro, programa que intentó seguir la estela de 'Noche Hache' con Ana Morgade y Quequé al frente. 

Ahí estaba Broncano curtiéndose en la televisión como cómico metido a reportero callejero. En su caso, "callejero barriobajero" como recalcaba el programa de humor.  

Ya ha pasado más de una década de aquello. Lo que recuerda que el asalto a la relevancia como autor televisivo de Broncano no ha sido precipitado. Su éxito es fruto de una larga trayectoria en la base de la televisión y de la radio, donde ha sabido rodearse de creativos de la comedia audiovisual que entremezclan la experiencia del oficio y la osadía de la picaresca de la imaginación. Con esa combinación, se puede hacer todo si tienes un objetivo claro e interiorizas que mejor si no te quedas a medio gas. Por intentarlo...

La radio, además, otorga un bagaje especial para adquirir reflejos en el cometido de poner el foco en las historias que a priori parecen más pequeñas y que, sin embargo, son las que los oyentes más se identifican, pues son los grandes temas que sostienen la vida en el día a día y son palpables por todos. Así se construye una comunidad de público fiel que permite hacer prácticamente de todo, ya que el espectador no falla no se indigna. El motivo: se siente copartícipe del espectáculo y no lo mira desde ninguna superioridad moral.

Pero la televisión no es radio. Y la cultura radiofónica funciona en televisión si se acopla con la habilidad de la teatralidad audiovisual. En este sentido, magistrales son las conexiones con el exterior del teatro que cobija la grabación de 'La Resistencia'. Ahora proponiendo al espectador y al propio presentador un juego de escondite que consiste en encontrar dónde se encuentra el icono sexual del equipo, Jorge Ponce. Lo inteligente de esta propuesta es que, de nuevo, lo llevan hasta casi las últimas consecuencias.

No sólo esconden a Ponce en algún lugar que hay que descubrir -mientras se escucha su voz troleando a la audiencia y al espectador con un pique muy ingenioso-, sino que en esa búsqueda por la Gran Vía madrileña aparecen cameos tan hilarantes como surrealistas, algunos los podía firmar hasta David Lynch. Ese suspense pícaro representa un guion bien planificado para atrapar, hasta colocando al público en una sagaz tensión. Incluso cuando aparece en una terraza en la acera de enfrente una Ana Rosa Quintana de cartón piedra o una siniestra reproducción del careto del propio ponce dentro de un carrito de bebé.. Eso es hacer televisión: favorecer una experiencia sensitiva que rompe y triunfa porque no se queda en lo pronosticable, cuenta con la corrosión de la buena comedia que fomenta una audiencia con mirada crítica. Siempre interesante, siempre necesario. 

Ahora el reto de 'La Resistencia' está en remover su propia burbuja de amigos y conocidos e intentar seguir avanzando para atraer nuevos públicos y encontrar nuevos objetivos narrativos para que siga agrandándose este late-late night. Porque ahora el formato entrará en la habitual crisis del tercer aniversario de emisión donde el espectador siente que ya se las sabe todas. Pero pinta que las mentes de Ricardo Castella, Jorge Ponce, David Broncano y el resto del equipo de 'La Resistencia' demostrarán que no, no se las sabe todas.

Mostrar comentarios