OPINION

'Día histórico': cuando el periodismo cae rendido a la épica rompe-audiencias

Ferreras en 'Al Rojo Vivo'
Ferreras en 'Al Rojo Vivo'
Ferreras en 'Al Rojo Vivo'
Ferreras rodeado de periodismo.

Cada día es un día histórico. La información en televisión ha incorporado una terminología épica y grandilocuente para enganchar a sus espectadores. El periodismo necesita alimentarse de rimbombancias que otorgan al relato una intensidad narrativa extra. No hay semana que no exista un hecho informativo que venga aderezado con un efectista "estamos ante un acontecimiento para la historia". Vivimos con presentadores y rótulos en pantalla que recalcan, ansiosos, que estamos en 'días claves', en 'jornadas decisivas', en una constante 'circunstancia histórica'.

Una terminología, la de mitificar cada movimiento, que también ha sido utilizada por las cabezas pensantes del procés de independencia de Cataluña. De hecho, este es un elemento crucial a la hora de impregnar de una carga más emocional a su discurso. El público afín siente que está asistiendo, en primera persona, a un hito para la historia.

Pero el espectador ya empieza a estar inmune de jornadas históricas para la historia. Incluso empieza a no creérselo, pues se ha puesto el foco trascendental a prácticamente cada movimiento político y social. Y sólo será el paso del tiempo el que marcará en la historia real lo verdaderamente relevante de un desfile de acontecimientos que, tal vez, sean más mediocres de lo que la pasión del vivo y el directo permite ver.

En esa velocidad de procesar la información por la fórmula de la espectacularidad gloriosamente épica se corre el peligro de perder la perspectiva del periodismo real. La vorágine de buscar lo legendario puede cegar la mirada de un profesional que jerarquiza la actualidad desvirtuando lo realmente importante. Lo que, de verdad, con el paso de las décadas, será sigilosamente histórico.

Es lo que sucede en Cataluña con el procés de independencia, y ahora se empieza a reproducir en el resto de España: esta trama política se ha convertido en un monotema que ha ido sacando de la agenda periodística otros cruciales. No hay tanto tiempo para la sanidad, la corrupción o el terrorismo y menos aún para otros asuntos cotidianos que no encuentran su hueco en los medios, a pesar de que afectan a la ciudadanía en su día a día. Todo se simplifica en efectismo de guerrilla.

El marketing de lo épico, heroico e histórico se ha hecho con la trama que conquista a la gran audiencia. Pero el periodismo es conciliar un equilibrio sensato que no nuble la responsabilidad de jerarquizar con honestidad, explicar con trasfondo, dar contexto con pluralidad de fuentes y, además, construir puentes que relativicen el titular inflado. Este titular que sólo sirve de efectista cebo para que el espectador no cambie de canal y se reafirme en sus ideas preestablecidas.  

Histórico fue el Golpe de Estado del 23F, la abdicación del Rey, el alto al fuego de ETA... Pero histórico nunca serán dos meses ininterrumpidos de idas y venidas hacia no se sabe muy bien qué lugar.

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