OPINION

'Dicho y hecho': lo peor y lo mejor del estreno del nuevo programa surrealista de TVE

Anabel Alonso
Anabel Alonso
Anabel Alonso
Anabel Alonso, historia de TVE.

Aprovechando que Tu cara me suena ya ha terminado en Antena 3, TVE ha decidido estrenar en viernes su nuevo concurso Dicho y Hecho, versión española de Taskmaster. Un formato original que emite la pequeña cadena temática de comedia DAVE, del Reino Unido.

Adaptar en España un producto anglosajón siempre es complicado, pero más aún si hay que encajarlo en una cadena generalista de la dimensión de La 1, lo que puede desvirtuar la esencia de un show temático.

Taskmaster pone a personajes populares a jugar en pruebas con cierto grado de surrealismo, al igual que sucede en Me resbala o en Hipnotízame -que también ha regresado este viernes a Antena 3, con Mariló Montero convertida en mujer bala-. La diferencia principal de Dicho y Hecho con otros espacios del mismo género está en que, en su versión original, el maestro de ceremonia, Greg Davies, es una especie de duro juez, al estilo de un insolente profesor cascarrabias. Así, Davies dicta sentencia sin piedad y con mucha acidez sobre los concursantes, que son cómicos de reputación. Lo hace con la particularidad del humor inglés.

En España, Anabel Alonso ha sido la elegida para este cometido de ser la mandamás del show. Ya tuvo un papel similar en un efímero espacio que emitió La Sexta. Se llamaba Mucho que perder, nada que ganar, sustituyó a Sé lo que hicisteis y pocos lo recuerdan.

Ahora Anabel Alonso está acompañada de Jose Corbacho. Es su particular Sancho Panza. La pareja funciona, pues los dos se complementan y cuentan con habilidad para la improvisación. Es más, en el primer programa de Dicho y Hecho, han conseguido transmitir química en escena. Eso ha sido lo mejor del show, junto con los participantes: David Fernández, Secun de la Rosa, Elena Furiase, Pablo Carbonel y Leonor Lavado, que han intentado poner frenesí a las pruebas de un programa que no se termina de entender en conjunto.

Y ahí está el problema de este formato. Lo peor de Dicho y Hecho es que no se termina de comprender. Mientras que la versión británica está muy marcada por la corrosión de la figura cascarrabias del presentador/jefe, en España la premisa del producto se ha diluido -aunque se expliquen los personajes al principio de la emisión-. Aquí todo se presenta más descafeinado. Tal vez por aquello de que pretende ser un programa más "familiar". Pero el humor y las travesuras en televisión nunca pueden ser descafeinadas, se tienen que llevar hasta las últimas consecuencias, donde el único límite es la complicidad con el espectador. 

Otra debilidad de Dicho y Hecho es que evidencia en demasía sus cortes de edición. Se nota que no sólo es un programa grabado, sino que está empaquetado, fragmentado y envasado al vacío. En la televisión en España es crucial que este tipo de programas contagien un ritmo de directo real. La audiencia agradece sentirse invitada a una reunión de amigos en la que puede suceder de todo. Y si se notan los cortes de edición, ya se evidencia que no se ve todo como pasó.

A favor de lograr ese efectismo del espectáculo en (falso) directo, Dicho y Hecho tiene el aliciente de que se rueda en un gran teatro de la Gran Vía. El programa se realiza en el madrileño Coliseum: con sus grandes pantallas que, además,  potencian más profundidad de la puesta en escena. Sin embargo, no se aprovecha nada la grandilocuencia de este auditorio. Es más, da la sensación de que es un plató cualquiera al no mostrar bien el arco del escenario y la amplitud del gran patio de butacas.  

Error, pues adaptar Taskmaster al prime time de una televisión generalista debería suponer incrementar el efectismo visual del programa original de un pequeño canal y, sobre todo, organizar las pruebas de tal forma que generen un objetivo narrativo que enganche con expectación al espectador hasta el final.  Eso no ha existido en la primera emisión, pero es un acierto que TVE invierta en formatos de estas características. La cadena pública debe ser también un laboratorio para la comedia. Pero un laboratorio para la comedia de verdad. Sin complejos y, en 2018, Televisión Española evidencia más complejos de los que debe.

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