OPINION

El acierto de 'Supervivientes 2018' que fue un error en 'Gran Hermano Revolution'

Supervivientes 2018
Supervivientes 2018
Supervivientes 2018
Jorge Javier Vázquez tiene más margen de maniobra en 'Supervivientes'.

Definir bien a los personajes del reality desde el principio. Es uno de los aciertos que ha catapultado al estreno de Supervivientes 2018 a un triunfo de audiencias. El programa no cuenta con el casting más efectista, pero sí ha sabido perfilar las personalidades de sus elegidos hasta hacerlo interesante y, sobre todo, divertido.

A diferencia del último y olvidable GH, Gran Hermano RevolutionSupervivientes 2018 no se ha perdido en eslóganes publicitarios que prometen revoluciones que, al final, no son para tanto. Menos aún en un tiempo en el que el espectador ya está resabiado de cebos que no llevan a ninguna parte, así que Supervivientes ha ido al grano. Nada más empezar el primer programa ya pasaban cosas en el plató. Sin necesidad de vender nada al espectador.

Primero, en el previo antes del comienzo de la gala de estreno, el programa de Telecinco creó el clímax para sumergir al público en un acontecimiento transoceánico. Planos aéreos de las islas con Lara Álvarez poniendo en contexto al público con la explicación de las dificultades de una edición que empieza antes que otros años. Comentarios que realiza durante una conversación "vía satélite" con un Jorge Javier Vázquez, que aún el espectador no puede ver. Sólo escucha su voz, que reconoce. Porque a Jorge Javier Vázquez, como a María José Cantudo, se le reconoce con sólo escuchar su vos.

Así, Supervivientes no tiene prisa y sabe esperar el tiempo suficiente para presentar al presentador con la espectacularidad que merece. Con un buen plano general, envuelto en una banda sonora imponente, que acompaña la apertura de una pantalla gigante por donde sale el maestro de ceremonias como una vedette.

Esta apertura tan teatral también sucede en GH y supone un punto de partida desde una emoción escénica, que es aliada para aclimatar al público en el épico tono del reality show. Sin embargo, en Supervivientes  Vázquez no se pierde en anuncios y empieza el programa nada más aparecer. Nada más entrar en el plató, ya tiene una trama en el plató.

En Supervivientes 2018, Jorge Javier tiene situados, en dos enfrentados sofás, a los defensores de los concursantes. Y en cada punta de esos dos sofás están dos ex novios mediáticos: Isa Pantoja, Chabelita, y su antigua pareja, Alejandro Albalá. Ambos, ahora, a su vez, por separado, están saliendo con dos participantes en el reality -ella con Alberto Isla, él con Sofía Suescu- y Váquez explota este encuentro nada más comenzar. Como si se tratara de una sitcom, el presentador hace de correveidile de frases entre la exnovia y el exnovio. Crea un gag. El programa acaba de empezar y ya tiene una primera trama reconocible: el reencuentro en plató de una pareja que no se corta a la hora de hacer el papelón de no llevarse bien delante de cámaras.

marcando la diferencia

Dos formatos parecidos, pero con una narrativa diferente

Aunque puede impregnar su pasión a las presentaciones, en Gran Hermano el presentador debe seguir al dictado un guion más cerrado que en el reality de aventureros. El comunicador en GH es una especie de narrador omnisciente, mientras que en Supervivientes es una especie de Crupier que reparte juego. El maestro de ceremonias es, por tanto, más lector en Gran Hermano que en Supervivientes, donde se lee menos y se va definiendo la evolución del programa sobre todo a través de conversaciones del propio Jorge Javier con invitados y concursantes. Esto supone un valor añadido para Supervivientes, pues Vázquez es un maestro de la ironía en TV, propiciando que las primeras galas del reality estén siendo bastante divertidas. Incluso para aquellos que no conocen o repelen a los concursantes, lo que se traduce en un éxito de audiencias.

Supervivientes no pierde tiempo a la caza de impresionar al espectador y arranca propiciando contenido como si no fuera un programa nuevo. Pero no es nuevo. Como consecuencia, el reality no se olvida de presentar las peculiaridades de cada participante a través de breves vídeos que van antes de cada salto de helicóptero. De esta forma, el espectador va interiorizando una cierta idea de lo que puede aportar personajes que ni siquiera tiene que conocer aunque digan que son famosos.

Después, Jorge Javier pone su propia guinda. El comunicador, en directo, incide en las fortalezas y debilidades de cada náufrago con ayuda de sus ironías que suelta mientras conversa con ellos. Ese es la otra diferencia que hace fuerte a Supervivientes frente a Gran Hermano: Jorge Javier Vázquez no está tan atado al autocue (chivato que tiene la cámara para dictar el guion) y tiene más espontáneo margen de maniobra a la hora de plantear travesuras, que fluyen bien porque el propio presentador conoce a unos participantes que no son del todo anónimos. Al menos para él.

El acierto de Supervivientes, que faltó en Gran Hermano, es que el programa ha perfilado bien tramas a desarrollar desde el minuto 1, mientras que GH Revolution intentó sorprender con la inesperada aparición en la casa de 100 posibles concursantes.

El hogar parecía una bacanal en la que era difícil conocer a nadie y si el televidente se fijaba en alguien quizá, al final, ni entraba en la casa de Guadalix de la Sierra como concursante. El arranque consiguió su cometido de descolocar al público, un objetivo difícil en un programa tan veterano, pero lo descolocó tanto que los concursantes reales no se definieron desde el principio. Lo contrario que Supervivientes, que nada más comenzar su competición ya tenía varias tramas abiertas -en la isla y en el propio plató- con nombres y apellidos. Y Jorge Javier y Lara Álvarez se encargan, todo el rato, de recordar con cierta emoción lo importante de esas tramas. Para que nadie se pierda.

Y lo hacen con mucho humor. Porque Supervivientes se ha convertido en un programa que triunfa más por la comedia que por la tensión de la convivencia. Tal vez ese es el error de fondo de los dos últimos GH. Faltó humor, sobró intensidad.

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