ANÁLISIS

El botón de Netflix para que veas lo que quiere Netflix que veas

La estrategia empresarial de la multinacional del vídeo bajo demanda. 

Tuit que explica nuevo botón de Netflix
Tuit que explica nuevo botón de Netflix
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"Se acabó el DRAMA de elegir qué ver: llega la opción Reproducir algo". Con este tuit, Netflix ha animado a usar su nuevo botón, en donde la propia compañía te dice qué tienes que ver. La frase da la vuelta al lado positivo de "poder elegir lo que te apetece" para convertirlo en un "drama". Pero ¿desde cuándo poder elegir en un drama? ¿Lo dramático no era lo contrario?

El botón de Netflix esconde un mensaje terrible que retrata el tiempo en el que quizá ya estemos inmersos sin darnos excesiva cuenta: la sociedad del espectador creyente, que no se pregunta si está viendo lo que quiere o simplemente ve aquello que le dicen que debe ver porque está de moda. No obstante, este es el modelo de éxito de Netflix.

El gran videoclub bajo demanda ha creado su gran nicho de negocio en la 'televisión a la carta' que puedes ver dónde y cómo quieras, con estrenos cada semana, abrumándote para que no se te ocurra anular tu suscripción. Pero, también, su habilidad ha sido proyectar una imagen de marca simpática, sencilla, moderna y cercana. Es fácil conectarse con Netflix y, además, sentirte acogido, pues la compañía busca, a través del marketing, construir la sensación social de ser una compañía empática, próxima, que te da lo que quieres. Aunque, en el fondo, no lo sea. No deja de ser una multinacional norteamericana que ni conoce la cultura propia real de cada país en el que opera ni parece que le interese demasiado.

Pero así Netflix ha sembrado una brillante estrategia comercial en la que casi todo se visibiliza como éxito al no comunicar nunca datos de audiencia. Es más, una táctica en la que todo es 'original' de Netflix. No hay apenas nombres de productores, guionistas, directores en sus carteles y tráilers... No hay autores. Quieren que la autoría sea Netflix, con su logo siempre gigante y omnipresente. De esta manera, aunque los responsables de sus series sean fichados por otras compañías, el usuario de Netflix no se planteará cambiarse a la competencia. Él es de Netflix.

Da la sensación de que, progresivamente, Netflix busca un público conformista que vea lo que le pongan, sin necesitar nada más. Un público que no se plantee todo aquello que se está perdiendo. Que va cada día a ver qué hay nuevo en Netflix, sea lo que sea. Incluso todas las ficciones de Netflix se graban con una textura de imagen clónica para que el espectador no se despiste, también sus localizaciones parecen remitir a entornos comunes. Entonces, ¿dónde queda la diferenciación de las historias y de sus universos propios? Porque una propuesta de fotografía especial para cada ficción también es vital para hacer crecer la trama y para que no todas las series parezcan la misma.

Ahora todas las series de Netflix se ven igual, quizá por eso también se olvidan más rápido o se mezclan en el recuerdo de sus espectadores. No reflejan una diversidad social real pero te hacen creer que sí con golpes de efecto de marketing con los que inundan las redes. Contraindicaciones de un negocio que busca que el producto se devore globalmente.

Ese es el éxito de Netflix: ha movilizado el sector audiovisual gracias a su inteligencia a la hora de facilitar el consumo bajo demanda con un sistema muy intuitivo y práctico de utilizar, tanto para visionar como para suscribirse. Y ahora su siguiente paso es que el espectador no se cuestione todo lo que falta a su cartera de videoclub. De ahí su inversión constante en publicidad y el estudio de propuestas (acciones, ránkings, botones...) para llevar a sus usuarios a donde quiere la compañía que vayan.

Y como dicen que la gente se fatiga buscando lo que quiere ver y que es más fácil pasarse más tiempo eligiendo que viendo, pues te brindan la opción de que Netflix elija por ti, aunque desde hace tiempo toda la interfaz de Netflix está bien construida para guiarte donde los reyes de los algoritmos quieren. "A veces la mejor elección es no elegir", dice su campaña, como si fuera un eslogan que pudiéramos incorporar en general a nuestra vida diaria. Y se quedan tan anchos contándonos que la pasividad mola, que es guay dejar que un algoritmo decida lo que verás. Un algoritmo que se basa en lo que has visto antes, en lo que se supone que te gusta, negándote la posibilidad de que también te interese (incluso más) algo radicalmente diferente.

En 2021, saturados de películas y series nuevas cada semana, nos creemos más libres visionando, pero, a la vez y tristemente, nos estamos perdiendo a grandes autores de la cultura independiente. Porque no son iguales, porque no pertenecen a esa globalidad que está diseñando la multinacional Netflix para atraer a ese público enorme que está educando (y adiestrando) a su medida.

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