OPINION

El brillante disfraz de Halloween que cambió la televisión norteamericana

Ellen DeGeneres disfrazada de la revista de Oprah.
Ellen DeGeneres disfrazada de la revista de Oprah.

Pasó la noche de Halloween. La tradición anglosajona ya es una celebración más en España. Restaurantes, tiendas y fiestas se disfrazan de susto el 31 de octubre. También la televisión, donde ya es un clásico que la casa de Gran Hermano se convierta en una mansión del terror. No apta para concursantes asustadizos.

Pero en nuestro país Halloween sólo pasa de puntillas por las cadenas nacionales. En Estados Unidos, esta fiesta tan arraigada, se ha convertido en la excusa perfecta para construir expectación en diferentes programas. ¿Qué se pondrá el presentado estrella? Toca disfrazarse, toca jugar.

El show The Ellen DeGeneres es el veterano formato que mejor utiliza Halloween. Desde hace años, este talk show prepara una tanda de especiales alrededor del 31 de octubre en la que hay maquiavélicos sustos y la puerta del plató se abre a la visita de niños con su ¿truco o trato?.

Los pequeños llegan caracterizados con disfraces creativamente espectaculares. Todo preparado para dar pie a la corrosión de Ellen DeGeneres.

Así, los maestros de la televisión norteamericana crean un acontecimiento con Halloween. Y para maestra de la televisión la propia Ellen DeGeneres, que también se disfraza. De hecho, su mutación por Halloween es una de las sorpresas anuales más esperadas de la tele en USA.

Ver en qué se convertirá la presentadora es una expectante cita para el público. El disfraz de Ellen ya tiene entidad de tradición propia, incluso por encima de Halloween. Una cita que genera un interés extra, propiciando un especial debate social anual sobre el programa y, como consecuencia, elevando la audiencia (tradicional y viral) del mismo. Aunque no siempre fue así. Hubo un gag que fue el punto de inflexión.

En 2009, Ellen DeGeneres apareció en el estudio con un disfraz homenaje a su competidora Oprah Winfrey.Pero no iba caracterizada de la gran dama de la televisión norteamericana, iba de algo mucho mejor: iba de ella misma posando con la gran dama de la televisión norteamericana en la portada de la revista de la gran dama de la televisión norteamericana.

La cabeza de Ellen asomaba por la portada de una revista gigante de Oprah. Y así se pasó todo el programa, aunque la presentadora casi no pudiera sentarse en condiciones en su sillón. Un atrevido gag que define la creatividad televisiva en su máxima expresión. Porque el humor tiene que tener ese puntillo travieso, reconocible pero que, a la vez, pilla desprevenido al público. La portada soñada: Ellen subida en un columpio con Oprah.

Un disfraz que decía tanto con tan poco. Y que propició esta nueva costumbre en el público: descubrir si Ellen se supera o no con su disfraz. Pero, es más, con esta idea, DeGeneres se llevó a su terreno a una Oprah con un modelo de programa de testimonios en decadencia a pesar del carisma perenne de su conductora. 

Karla Kardashian, Nicki Minaj,  Sia, Sofía Vergara han sido otros de los disfraces de Ellen, pero ninguno ha superado la brillantez del perfomance por Oprah. La televisión se reía de la propia televisión y lo hacía desde el programa que logró desplazar a Oprah Winfrey de la tele norteamericana. El espacio clásico de testimonios con un aureola sensiblera se había quedado desfasado y la audiencia demandaba otro tipo de contenidos.

DeGeneres demostró que la inteligencia no era incompatible con la audiencia del daytime de la televisión norteamericana. Con su humor, honestidad y complicidad, Ellen ha abrazado entrevistas brillantes en las que se habla de todo sin demasiados corsés y sin necesidad de preguntas sensacionalistas. DeGeneres propicia una chispeante confianza en plató. Ya no se necesita forzar la lágrima como antes. Y también con la propia Oprah acude como invitada a The Ellen DeGeneres y lo disfruta, dejando conversaciones memorables. Son amigas, dicen. Incluso, en el programa, Winfrey asegura que nunca se lo ha pasado tan bien en su vida como en la fiesta de 60 aniversario de Ellen en la que, por cierto, estuvo hablando con Leonardo DiCaprio sin reconocer a Leonardo DiCaprio.

Sus dos instintos televisivos entremezclados en un mismo plató son una catarsis colectiva para los norteamericanos, donde la televisión no compite como en España. Allí saben que se afianza más industria retroalimentándose que peleándose entre cadenas. 

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