OPINION

'El crimen de Alcàsser': lo que desvela el documental de Netflix

Nieves Herrero.
Nieves Herrero.

Sin necesidad de morbosas recreaciones. Sólo con un inteligente equilibrio entre el poder de los testimonios en primera persona y el aplastante archivo de la televisión. Así Bambú Producciones ('El caso Asunta') ha realizado una radiografía traslúcida de la cronología del crimen de Alcàsser a través de una serie documental en Netflix.

Estos cinco episodios no descubren realmente nada nuevo del trágico caso, pero sí sirven de catarsis colectiva para comprender la importancia de la televisión a la hora de convertir un escabroso asesinato machista en un show nacional sin piedad, que iba dosificando los capítulos como si fuera un culebrón por entregas.

El drama catódico perdió el control en el prime time del mismo en el que se conoció que habían aparecido los cuerpos de las niñas. Nieves Herrero transformó el salón musical de Acàsser en su plató para realizar un bochornoso programa en directo con las familias de las tres jóvenes como protagonistas. La televisión estaba en el lugar de la noticia, pero confundía información con grabarlo todo. Y, a veces, en el periodismo, lo realmente inteligente es saber apagar las cámaras a tiempo.

Los familiares estaban anulados, se dejaban llevar por una televisión que quería la exclusiva. Nieves Herrero logró esa exclusiva. 

También Paco Lobatón hizo esa misma noche un especial de 'Quién sabe dónde' en La 1. Aunque más breve y comedido. Un especial que retrasó el comienzo de 'Hola Raffaella', que por aquel entonces triunfaba en TVE.

Pero Nieves Herrero tenía a los protagonistas en directo, rodeados de vecinos de un pueblo que se reunió bajo los focos de la televisión. Como si la televisión hubiera sido una tramposa terapia para ellos.

A Herrero le desbordó el programa. No hizo periodismo, se quedó en una sensiblería vacía que le arrastró hasta soltar a la madre de una de las niñas preguntas que dictaban sentencia: "no sé si alguna vez lo vas a superar". Semejante estampa evidenciaba que la televisión privada en España estaba a medio hacer. No se estaban percatando de que todos los límites éticos saltaban por los aires. Ni siquiera se eliminó la festiva sintonía del programa con motivo de este especial en directo desde Alcàsser. Las ráfagas que daban pasos a los cortes publicitarios mantenían la cancioncilla pegadiza del magacín con unas voces que tarareaban 'De tú a tú' justo después de que Herrero incidiera en que "No era una aventura, las niñas estaban asesinadas. Pero será después de la publicidad".

Y, entre corte y corte para los anuncios, ahí seguían las familias en shock. Su duelo retenido por un especial de televisión que exprimía su vulnerabilidad para aupar el share. En este sentido, el documental del crimen de Alcàsser destaca por su astucia para terminar mostrando como la realidad se terminó convirtiendo en un show de larga duración, que después sería materia prima infalible si tocaba subir la audiencia de 'Esta noche cruzamos el Mississippi' de Pepe Navarro.

Programas como el late night de Telecinco daban alas, sin ningún escrúpulo, a la especulación y conspiración alimentando todo tipo de teorías a través del dolor de un padre, Fernando García (progenitor de Miriam), que intentó aprovechar la popularidad televisiva para hacer justicia a su manera y esa misma popularidad le terminó por enturbiar.

Con la perspectiva del tiempo, los capítulos de 'El crimen de Alcàsser' desvelan con claridad el peligro en el que se cayó utilizando a las víctimas hasta hacer que se sintieran importantes por ser víctima. Una grave contradicción en sí misma, que plasma con claridad este documental y que recuerda que no todo puede ser show, que la televisión también tiene que decir no a los impulsos más primarios que suben el share pero que no aportan nada noticioso. Sólo el morbo por el morbo, el escándalo de la exageración que no protege la verdad. Al contrario, muta el dolor en un reality-show que olvida que las personas no son personajes de culebrón a los que estirar la trama si el share acompaña. 

Aquel 'Tú a tú' de Nieves Herrero, que ni cambió de nombre para aquella retransmisión ni eliminó sus cancioncillas superficiales de los pasos a publicidad, es un incómodo ejemplo de lo que no se debe hacer en la televisión del futuro.  Es la valiosa lección que deja este documental para romper con ese malicioso modus operandi de la producción televisiva que se mantiene hoy con una obsesión mal entendida por narrar las historias con la mayor rapidez, impacto e intensidad posible.  Rapidez, impacto e intensidad que, a veces, impide pararse a pensar antes de actuar. 

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