OPINION

El daño colateral que ha sufrido 'MasterChef 7'

MasterChef 7, final
MasterChef 7, final

MasterChef' ha cerrado su séptima temporada como la menos vista de la historia del concurso. Por primera vez, el talent show culinario no logra superar la barrera de dos millones de espectadores de media y ni siquiera se acerca al gran 18 por ciento de cuota de pantalla de la anterior edición. Ahora se queda unas décimas por debajo del 15 por ciento de cuota (14,7 sin contar aún el spring final)

Un resultado agridulce que recuerda que el éxito o fracaso en televisión, a veces, no depende de uno mismo. También es crucial la ubicación en la parrilla. Y 'MasterChef 7' ha sufrido el daño colateral de enfrentarse al torpedo de 'Supervivientes'. El reality de Telecinco aplasta lo que toca. No da tregua.

Ni siquiera a 'MasterChef', que sigue atesorando un valioso público fiel y que no ha desvirtuado su esencia en esta temporada, a pesar del desgaste por su veteranía y la marcha a 'La Voz' de su presentadora Eva González.

Aunque para veteranía la de 'Supervivientes' que lleva en Telecinco instalado desde 2006 y que, en este 2019, disfruta de una de sus mejores etapas, rompiendo el techo del 30 por ciento de audiencia de cuota en la gala de los jueves y disparando la media de Cuatro en los martes. Ahí es donde ha robado pastel a La 1. 

'MasterChef' ha sido anulado en parte por los náufragos de Mediaset, con Isabel Pantoja a la cabeza. En cada prime time, el equipo creativo de 'Supervivientes' coloca con astucia un decisivo golpe de efecto en formato prueba y, a la vez, va cebando un puñado de giros dramáticos de guion para que ni los participantes ni el espectador se acomoden. El interés se mantiene en un hiperventilado auge durante toda la emisión. No hay escapatoria. Lo mismo intenta 'MasterChef'. Y lo logra con destreza, entremezclando emoción, tensión, risa y cierta humeante curiosidad por la gastronomía y la enriquecedora diversidad de la cultura territorial española. Un valor añadido.

Pero, claro, 'MasterChef' no tiene (todavía) a la Pantoja y todas sus circunstancias que atrapan a un país con una alta cuota de audiencia entusiasmada por los imperfectos iconos folclóricos con los que creció y con los que se hasta identifica. Tampoco 'MasterChef 7' cuenta con el as en la manga de la energía de lo imprevisible de una emisión en directo.

'MasterChef 7' ha brillado menos por el efecto colateral de 'Supervivientes' que, además, está en un grupo audiovisual con una programación mejor asentada que la actual oferta de TVE.  La 1 es invisible y, encima, retrasa el prime time con un refrito de videos de Youtube que invita a que el público cambie de canal. Y se vaya a 'Supervivientes'.

Aunque, aún así, a pesar de tener todo en contra, 'MasterChef 7' ha soportado bien el maremoto de la tele-realidad de Telecinco. El talent gastronómico ha mantenido a un público que es complementario al de las cadenas rivales y que pide un entretenimiento que no se quede en la polémica superficial. Eso sí, no quedarse en la pelea superficial no significa hacer programas espectáculo con condescendencia. Entonces, este tipo de programas no funcionan. Hay que lanzarse al barro de la creatividad. En 'MasterChef' lo saben. Y en MasterChef salen a jugar con todas las consecuencias hasta crear una competición tan trepidante como contundente. Pero la próxima temporada deberán jugar más para volver a sorprender a un espectador que ya cree que se las conoce todas.

'MasterChef' debe intentar que el público sienta, de nuevo, que está descubriendo el formato por primera vez. El casting debe romper con sus perfiles y descolocar al personal. Reto difícil, sobre todo si no tienes como reclamo a una famosa Pantoja cocinando un pollo a la Pantoja. Valga la redundancia, en una televisión que es todo el rato redundancias y urge de más, muchos más, versos sueltos.

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