OPINION

El definitorio caso de la señora que se duerme en directo en 'Sálvame'

Señora del público de Sálvame se duerme.
Señora del público de Sálvame se duerme.
Señora del público de Sálvame se duerme.
Mila Ximénez no estaba cantando una nana.

Se habla mucho de la peculiaridad española del largo programa de prime time. Las series y talent shows se alargan hasta sobrepasar los 70 minutos. Pero, al mismo tiempo, también se ha interiorizado como normal la larga duración de un programa de tarde. Inaudito, Sálvame se estira, de cuatro de la tarde a pasadas las ocho de la noche, con un vaivén de debates, peleas e indignaciones que no se reproduce en ninguna otra televisión de occidente. Y sucede todos los días, de lunes a viernes. Y sin contar la versión 'Deluxe' de la noche de los sábados.

La extensa duración vespertina de Sálvame es una rentable decisión empresarial de Telecinco, pues rellena con un sólo programa -y unos mismos protagonistas, en este caso colaboradores con toneladas de labia- cuatro exprimidas horas de emisión. Una sola inversión para una misma franja en la que el resto de las televisiones europeas tienen que arriesgar, por lo menos, con cuatro formatos diferentes.

También en España, donde Antena 3 programa dos series (Amar es para siempre, El Secreto de Puente Viejo) y un concurso (Ahora Caigo). Lo mismo sucede con La 1, donde, a la vez que Sálvame, emite cuatro espacios distintos: Servir y Proteger, Acacias, Centro Médico y España Directo.

Jugada redonda de Telecinco: un programa de dimes y diretes del cuore y la tele-realidad que construye un amplio tramo de su parrilla con datos competitivos. Pese a su eternidad, el secreto de este buen rendimiento de Sálvame está en que es fácil conectarse a los delirios del programa y evadirse con las pataletas de sus colaboradores sin necesidad de seguir con atención todo el contenido. No es necesario seguir el hilo de la trama: son historias sencillas de pillar al vuelo por un espectador que va y viene o deja la TV como acompañante de fondo, en un ruidoso segundo plano.

Pero, claro, la duración del programa tiene sus consecuencias para el público presencial que viaja feliz a Madrid para disfrutar in situ del show de tarde de Telecinco. Ilusiones raras de esta España nuestra.

Aunque, cuidado, la hora de la siesta es muy mala y a los 120 minutos de estar escuchando, sin tregua, las disertaciones de las Belenes Esteban, los Kiko Hernández y las Milas Ximénez se pueden producir somnolientes efectos secundarios. O que se lo pregunten a la señora de público que, este mismo viernes, no pudo evitar caer en un profundo sueño en vivo y en directo. Incluso acurrucándose en el hombro de su entrañable vecina de grada, como si fuera una acogedora almohada. El triunfo de Sálvame también es eso: un show perfecto como la televisión compañera de 'cabezadas' de media tarde. Hasta en el propio plató, por lo que se ve.

Señora se duerme en el público de Sálvame.
Ha quedado buena tarde.
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