EL APRENDIZAJE QUE DEJA 'TU CARA ME SUENA'

El día que a Santiago Segura se le quedó dormido el público y lo que representa

Una treta de guion que demuestra que la música sí funciona en televisión . Incluso la que parece aburrida.

Y el público se quedó dormido
Y el público se quedó dormido
Borja Terán

Mienten los que aseguran que la música en televisión no funciona. Incluso la música menos comercial puede triunfar. Sólo hay que saber narrar bien la historia que cobija cada canción. El éxito de 'Tu cara me suena' se debe, en parte, a la maestría con la que el formato diseña el relato de cada número. Se nota la mano de Tinet Rubira, director de Gestmusic, curtido en una televisión muy creativa que siempre supo que hay que intentar crear un acontecimiento, entremezclando escenografía, iluminación, caracterización, guion y, no menos importante, interpretación. Interpretación del protagonista principal pero, también, del elenco al completo del formato. Público incluido. Así se puede dotar de interés a cualquier tema, por desconocido que sea o hasta por aburrido que aparente. De esto último, un buen ejemplo es la ingeniosa idea que se desarrolló cuando Santiago Segura imitó a Victor Manuel.

Segura cantó un mix de 'Sólo pienso en ti' y 'Nada sabe tan dulce como su boca' en la tercera gala de la segunda edición de 'Tu cara me suena', dos temas que son la antítesis de lo que supuestamente aguanta la audiencia de la frenética de la televisión de hoy.

El actor y director bordó la clonación de Victor Manuel. Es uno de los profesionales que mejor comprendió la esencia de 'Tu cara me suena'. Rápido de reflejos e irónico movilizaba el espectáculo. Pero el público con 'Nada sabe tan dulce como su boca' se durmió. Se dio la vuelta a la posibilidad de que la audiencia se aburriera creando un gag de esa premisa. A medida que avanzaba el tema y mientras cantaba la mítica letra 'no soy un héroe lo sé, es fácil como pueden ver' los asistentes en la grada iban haciéndose paulatinamente los dormidos. Y los planos de reacción dibujaban, poco a poco, una clara evolución de guion. Primero se mostraba al público adormecido, después al jurado con Flo quedándose 'frito' y, por último, hasta un cámara abandona el escenario del sopor. Finalmente, un gran plano muestra que la canción acaba sin aplausos. Todos estaban soñando.

A Santiago Segura se le durmió el público. Y así se dotó de trama a una actuación de una canción que no contaba con mucha parafernalia que imitar. No pasa nada, se crea esa parafernalia y todavía mejor si se lleva esa idea hasta las últimas consecuencias. Si se queda desarrollada a medio gas no se entiende igual. Lo mismo sucedió con la vez que Ana Morgade realizó su versión de 'Disparé' de Nena Daconte en otra etapa de 'Tu cara me suena'. En este número, de 2015, se creó otro concepto que era propio del programa. No se imitaba el videoclip, directamente se hacía honor a la canción.

Cuando dice el tema "saqué una pistola y disparé", Morgade literalmente sacó una pistola. Y disparó, claro. Primero a una de las pantallas verticales del lateral del plató. Entonces, un grafismo simulaba que se rompía el cristal mientras un efecto de sonido incidía en la acción. Después, otro disparo y sucedía lo mismo con la pantalla del lado opuesto. Parecía que ahí, en esa evidencia del tiro al videowall iba a quedar la gracia. Pero no, se lleva la idea más allá para que la actuación vaya avanzando en crescendo y, así, atrapando la ilusión del espectador. Como consecuencia, el arco de locura de Ana Morgade a lo Nena Daconte continúa y al tercer "y disparé" va directa a por el jurado del programa, que se esconde debajo de la mesa. Y las pantallas de la mesa de los jueces también estallan.

Pero no se conforma. Y, al siguiente 'disparé', la cómica se dirige  al cámara de la steadycam que acaba tirado "moribundo" en el suelo. El programa juega, juega y juega. El espectador se queda, se queda y se queda aunque la canción sea monótona porque se dota al número de un disfrute narrativo sin complejos. Un disfrute narrativo que sólo es realmente bueno si acaba en alto la trama, claro.

Y sí, Ana Morgade terminó disparando al techo y empezaron a caer escombros del plató. La televisión que brilla es porque se atreve. Incluso a ese surrealismo infantil que no tiene edad, que te ilusiona porque te sorprende, que traspasa porque no se queda en lo de siempre y hasta se atreve a transformar un pronosticable número musical en una imaginativa historia para la posteridad.

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