'Leaving Neverland', el polémico documental sobre las supuestos abusos sexuales que cometió Michael Jackson a menores, sigue despertando recuerdos colectivos del imaginario de los norteamericanos que, sin embargo, se olvidaron como simple anécdota.
James Safechuck, principal protagonista del documental, explica en 'Leaving Neverland' su boda ficticia con Jackson cuando era niño. Incluso hubo anillo. Lo que no incide el documental es que la televisión internacional plasmó el instante de la compra de aquel supuesto anillo en 1989.
Jackson se disfrazó para acudir a un centro comercial con el pequeño Safechuck y no ser reconocido. De hecho, fue el niño quien habló a las dependientas de la joyería para que nadie delatara la voz de Jackson.
Pero la indumentaria de Jackson parecía más la de un atracador escondido tras un mal bigote postizo. Así que el cantante fue retenido por los responsables de seguridad de la tienda, mientras suplicaba diciendo que era Michael Jackson. Primero no creían tal excusa, claro. Hasta que se quitó de encima su (cutre) caracterización.
Ya estaba todo grabado por las cámaras de seguridad. Y los programas de la época realizaron reportajes y conexiones vía satélite sobre esta particular compra de anillo de Jackson. Lo de menos era su compañía infantil, que se veía como normal por ser habitual en la vida del icono de la música, lo relevante era su excentricidad.
Los dependientes de la tienda y el personal de seguridad fueron entrevistados por tal suceso. Fue el chascarrillo mediático durante unos días en programas magacine e informativos de impacto. Es donde flojea el documental 'Leaving Neverland'. La cinta se centra en los descriptivos testimonios de sus dos protagonistas, sin embargo, no ahonda en contrastar con toda la documentación audiovisual que existe de aquella época en la que prácticamente el día a día de los pasos de Jackson quedaban retratados en la farándula mediática. Como este momento.
El mundo se entretenía con la deriva estrambótica de Jackson. Era el Rey del Pop, podía ser excéntrico, porque podía ser (casi) lo que quisiera.
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