La evolución de un running gag

El estupor del peinado de Berto Romero

Berto Romero, tendencia capilar.
Berto Romero, tendencia capilar.
Movistar Plus

"Me tira tanto que me duelen un poco los ojos", confiesa Berto Romero al irrumpir en el estudio de 'Late Motiv' con un peinado imposible. Incluso digno de un científico loco de 'El Hormiguero' huyendo, a cámara lenta, después de que la mezcla de su probeta hubiera implosionado. 

"No te puedo decir que te queda bien", recalca Buenafuente al ver la estampa. Berto, raudo, contesta: "Mi intención es la risa, el estupor, añadir un poco más de nervios a este año". De perdidos, al río.

Pero la realidad es que la imprevisible cabellera de Berto Romero ya se está transformando en un inteligente 'running gag' de guion que hace crecer la personalidad del cómico en esta temporada y puede propiciar una ingeniosa evolución narrativa de 'Late Motiv'. Porque el buen programa de comedia es el que también es astuto a la hora de perfilar tramas transversales. Mejor aún si nacen de una chorrada que, al final, cala por espontánea... y accesible a todos los públicos. Aunque (casi) nadie se atreva a replicarlo en casa. 

Así, el pelo de Berto Romero ha ido cogiendo protagonismo hasta alzarse en elemento recurrente que el espectador masivo recuerda. Sin embargo, no es tan habitual atreverse a utilizar la evolución del envoltorio físico de un personaje con el objetivo de que la historia a narrar sea más especial.

Chicho Ibáñez Serrador era maestro en estas vicisitudes. Siempre comprendió que un programa de entretenimiento no era menos que una película o una serie. Como consecuencia, cualquier espectáculo también debía atesorar un arco dramático bien armado de los personajes.  La personalidad y circunstancias de los protagonistas se perfilaban casi como en una ficción. De esta forma, cuando el maestro de la televisión estrenó el primer talent show freak de nuestra existencia, 'El Semáforo' con Jordi Estadella, tuvo claro que debía enfrentar el glamour de la primera vedette del concurso, Marlene Morreau, con un contrapunto. Entonces, apareció una antagonista cómica, Asunción Embuena.

El papel de ambas copresentadoras debía avanzar al mismo tiempo que el rodaje del programa. Y Serrador optó por evidenciar que el triste traje negro de Embuena se iba deteriorando en cada grabación. Porque ella siempre llevaba la misma triste prenda, mientras Marlene mostraba grandes vestidos de estreno en cada gala. Tanto se degradó el traje de Embuena que, en la final, terminó saliendo con la vestimenta completamente rasgada y rota. Serrador se llevó la parodia de antagonistas complementarias e incluso  contradictorias hasta las últimas consecuencias. No se quedó este running gag en una broma estética en sólo unas ediciones y aguantó hasta que la trama tuviera un cierre a su altura en el adiós del concurso. 

Hay muchas maneras de evolucionar una personalidad en televisión. De hecho, nunca es sólo una manera. Pero jugar sin finuras creativas con el casamiento entre la picaresca y la caracterización suele ser una buena herramienta para atraer el recuerdo colectivo. Berto lo está viviendo con su pelo. La audiencia ya está pendiente de las metamorfosis de su cabeza. Eso sí, esperemos que los peinados de Romero no creen tendencia en la sociedad. No es necesario. Lo superficial son sus kikis, pero el trasfondo de este gag recuerda que en televisión es vital permitir y fomentar que los protagonistas de los programas no dejen nunca de crecer hacia algún lugar. Por muy desconocido que sea.  Si se estancan, algo falla.

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