ANÁLISIS

El éxito de 'Veneno' en Antena 3 evidencia la vitalidad de la televisión clásica y deja un mensaje para navegantes

La televisión vive una revolución de su modelo de negocio en el que los canales tradicionales evidencian que su fortaleza sigue vigente.

La Veneno, serie
La Veneno, serie

'Veneno' es una serie pensada para la plataforma Atresplayer Premium que, sin embargo, se ha instalado este domingo en la ventana del prime time de Antena 3 con la emisión puntual de sus dos primeros episodios como una acción especial. Esta jugada empresarial ha sido un éxito, pues la ficción creada por Javier Ambrossi y Javier Calvo ha logrado un excelente 16,7 por ciento de cuota con 2.465.000 espectadores de media. Su primer capítulo, situado en la franja de mayor consumo, fue lo más visto del día y el segundo amplió su cuota de pantalla hasta un competitivo 18,9 por ciento de share. Lo que derriba el pensamiento de que las series ya no tiran como antes en prime time. Funcionan si se construye con destreza un acontecimiento colectivo en torno a su proyección y se marca con cierto orden la cita en la programación. Sin retrasos ni mareos de contraprogramación.

Porque el interés por el visionado de tele en grupo, al unísono como sociedad, sigue vigente. Es más, las grandes audiencias continúan en la televisión en abierto, donde la parrilla de programación de los canales de siempre se convierte en una gran vitrina donde exponer y visibilizar las grandes apuestas de los grupos de comunicación.

En cambio, la televisión bajo demanda es un gran videoclub complementario a las televisiones lineales que construyen su influencia en una oferta pegada a la actualidad y el disfrute en vivo. Y 'Veneno' tiene mucho de disfrute en vivo. Aunque su buena aceptación en Antena 3 se debe a diversos factores. Porque, como la propia vida, el rendimiento en televisión es fruto de multitud de matices. Primero, la ubicación elegida en emisión ha sido un acierto, ya que 'Veneno' ha llegado justo una noche después de la publicación del último capítulo de la temporada en Atresplayer Premium. La emisión en esta plataforma iba directa a su público objetivo, atraído por la temática de este tipo de producción, la vida de Cristina Ortiz y todo lo que refleja de una sociedad que discriminaba a la diferencia. Esa audiencia ya de por sí interesada ha comentado la serie con tanta pasión que ha propiciado un enérgico boca a boca que ha creado expectación en otro tipo de espectadores.

Espectadores más masivos y que, en una parte,  no están en la plataforma de pago. Ni siquiera tienen pensado suscribirse, a pesar del bajo coste del Atresplayer. Así se ha ido calentando la expectación y se ha incrementado la curiosidad por 'Veneno' que, a priori, a las cadenas tradicionales les podía parecer un personaje más de nicho, con un público minoritario, ya que se asociaba a lo sórdido. En efecto, cayendo en el mismo prejuicio que desmonta la propia serie basada en el libro de Valeria Vegas.

Pero, en realidad, 'Veneno' siempre fue un personaje que atrajo a todos los públicos por su claridad espontánea a la hora de explicar su existencia. Aunque nuestra vida no se parezca en nada a la suya, siempre fue fácil entender lo que nos ha contado.

El personaje caló socialmente y la serie aporta esos matices que, ahora, hacen comprender mejor sus motivaciones. Matices que la ficción retrata desde una televisión que todos los espectadores recuerdan. Aquellos programas de Pepe Navarro, pero también aquellos polígrafos de Jaime Cantizano o, ya en las últimas etapas, aquellas apariciones en 'Sálvame'. La nostalgia de la España noventera y dosmilera que ejercita la ficción es la que la sociedad de hoy siente más suya. La que nos toca más de cerca, tal vez porque creemos que es una época más reciente de lo que ya realmente es.

Como consecuencia, 'Veneno' es una serie inclusiva por su color, su emoción, por su compromiso con su tiempo y su sociedad. Así ha interesado a una audiencia amplia y deja un mensaje contundente que es un aviso para navegantes: la televisión tradicional sigue vigente, el problema es que sus contenidos han desprendido cierto miedo a la evolución y ese temor los ha dejado paralizados en clichés del éxito de principios de los años 2000. Mal, pues los referentes sociales y culturales han evolucionado.

Por ejemplo, parece que cuando se desarrolla un programa para captar a un público infalible de sesenta años de edad se diseña ese formato con las mismas armas que a finales de los noventa. Olvidando que la generación de los sesenta de hoy no es la que cumplió los sesenta en 1997. Vamos que, en realidad, se están creando formatos para personas de 110 de años, por lo menos. Pero series como 'Veneno' demuestran que seguimos sentándonos todos, juntos, frente a la pantalla en directo. Jóvenes incluidos. Y es que la audiencia vuelve a la tele cuando es tratada con la complicidad que merece. Lo que va unido al riesgo y al desaprender los arrastrados clichés asumidos sobre lo que ve un público y lo que no verá. De eso ha ido, en definitiva, 'Veneno': de vaciar la mochila de prejuicios. Los de la tele, también.

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