OPINION

El éxito televisivo de Isabel Pantoja: claves de su arte para mantener en vilo al espectador

Isabel Pantoja teléfono Sálvame
Isabel Pantoja teléfono Sálvame

Las audiencias de Sálvame se han disparado este viernes. El programa de tarde de Telecinco ha llegado a un 21.4 por ciento de cuota y más de 2 millones de espectadores. El motivo: Isabel Pantoja.

La tonadillera entró por teléfono. Primero, llamó al móvil de Chelo García Cortés y el manos libres hizo el resto. Se desahogó en público. Tanto que después llamó incluso su hijo, Kiko Rivera, para intentar frenar la explosión folclórica y maternal.

Pantoja y Kiko en directo. Sin demasiados filtros. Al frente del programa, Carlota Corredera intentando que la cantante no colgara el teléfono y contestara todas las preguntas. Intentando, al fin y al cabo, estirar la llamada. Lo lograron hasta alcanzar casi una hora y media de televisión, con Isabel Pantoja elevando el consumo televisivo. Las redes sociales hicieron su función de boca-oreja de cara a que los curiosos que no estaban en Telecinco conectaran con el canal para no perderse ese momento catalogado de "histórico" por Corredera y por los espectadores más ansiosos de vivir momentos históricos en directo.

La perspectiva del tiempo dirá si esa llamada de Isabel Pantoja es realmente histórica. De momento, solo fue una codiciada entrevista que le ha tocado a Sálvame. El pinganillo de Carlota Corredera echaba humo: era obvio que miles de instrucciones se escuchaban de fondo por ese auricular que sopla directrices a los presentadores. Tal vez planificando tácticas para alargar la llamada y que la aparición sonora estelar se tradujera en audiencias. Aunque, la realidad es que Isabel Pantoja no iba poner cortapisas para hablar. Tenía ganas de hablar. Porque cuando una folclórica de este calibre telefonea a un programa no da puntada sin hilo.

La noche anterior, su hija, Isa Pantoja alias Chabelita, había entrado como concursante a GH VIP. Más filón para Telecinco. La propia Pantoja dice en la llamada que está más tranquila con su hija en la casa de Guadalix que en la calle, porque se encuentra en un lugar donde no le harán daño. Titular al canto. La Pantoja muestra su lado más empático de madre preocupada por una hija incontrolable, perfecto para despertar esa identificación inmediata en las madres que ven Sálvame. La artista se prodiga poco, eso propicia que se mitifique más aún su personaje de malvada de serial y, al entrar en directo, de repente, se desmonta esa percepción y hace aún más poderosa la aparición. Sus argumentos humanizan su imagen pública.

Y, aunque su hijo lo intenta impedir, ella sigue. Y habla con prácticamente todos los colaboradores. Y recuerda que hizo máximo de audiencia histórico en El Homiguero, con su ego de folclórica, consciente de que sus palabras cuestan caras. Por eso dice que no hay ceros para pagar una entrevista suya en Telecinco. Pero Terelu aprovecha y le pregunta si accedería a que esa entrevista se la hiciera María Teresa Campos como despedida profesional. Lo de recalcar lo de "despedida profesional" no sabemos como le habrá sentado a la Campos, pero Terelu sin duda quería dar ideas a Paolo Vasile, mandamás de Telecinco. "Somos dos grandes", respondió Pantoja sobre La Campos y ella misma. Sin falsas modestias.

Eso fue la llamada: un ir y venir de titulares lapidarios. Titulares de folclórica de antes. Porque Isabel Pantoja, aunque parezca que está desahogándose en un despecho televisivo, controla con precisión los tiempo, con sus pausas dramáticas y sus silencios efectistas.

Es una maestra de la insinuación, del suspense. Sus testimonios arrasan en audiencias porque su vida ha sido un culebrón perfecto que lleva cuatro décadas en antena, siempre con giros narrativos nuevos. La tonadillera ha sufrido todos los vuelcos de guion posibles, con sus finales en alto cada temporada. De los vaivenes del amor folclórico con el gran torero (que muere en plena lidia) a los coqueteos con el poder más turbio, con la posterior entrada en prisión. De la España de la historia de amor que deja despechos por el camino a la España de la especulación inmobiliaria y los alcaldes corruptos.  Todo salpicado de rencillas familiares, canciones autobiográficas, susceptibilidades con otras folclóricas, hijos díscolos, la niñera que se adueña de tu hija y múltiples personajes parásitos.

Isabel Pantoja es el gran reality de la televisión desde antes de que existieran los realities. Sus filias, sus fobias, sus canciones escritas a medida de su propia vida. El guion de los Pantoja no baja la guardia de su efervescencia. Al contrario, genera constantemente renovadas tramas para secuelas infinitas. O para hacer llamadas telefónicas capaces de poner patas arriba una tarde cualquiera de Telecinco.

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