OPINION

El fiasco del experimento navideño de Manuel Bartual y las salvajes leyes de la red

El tuit de Bartual con Chicote y Pedroche en la Puerta del Sol.
El tuit de Bartual con Chicote y Pedroche en la Puerta del Sol.
El tuit de Bartual con Chicote y Pedroche en la Puerta del Sol.
El tuit de Bartual con Chicote y Pedroche en la Puerta del Sol.

Manuel Bartual es cineasta, guionista e ilustrador, aunque alcanzó la popularidad viral el pasado verano al crear un hilo de tuits en el que narró, en tiempo real, la aventura que supone encontrarse con una supuesta vida paralela y con otro yo.

“Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras”. Así arrancó una serie tuiteada con una trama de género fantástico y cierto grado surrealista: un hotel clónico al suyo pero al otro lado de la carretera, una habitación con el mismo número que la suya y un Manuel Bartual que se encuentra con otro Manuel Bartual hasta tener que huir de sí mismo. “El otro Manuel estaba allí, de pie, bajo el marco de la puerta de la habitación”.

Una tuit-serie en la que Bartual logró cientos de compartimentos de cada tuit, multiplicando los seguidores de su perfil de Twitter. En agosto no llegaba a los 20.000 y llegó a sumar 460.000 seguidores.

Esta Navidad, Bartual ha relatado otro cuento. Ahora un cuento de Navidad, claro. Es homenaje a Dickens. La diferencia está en que esta historia no ha salido de forma espontánea. Y se nota, pues ha contado con una producción que, incluso, ha permitido la participación de rostros populares como Berto Romero, Cristina Pedroche o Alberto Chicote. De hecho, Bartual pisó el balcón de la Puerta del Sol en la Nochevieja como colofón a esta particular tuit-ficción.

Sin embargo, esta nueva tuit-serie da una nueva lección: no ha funcionado como la primera porque ha perdido autenticidad. Los usuarios de las redes han captado que la nueva batallita de Bartual tenía mucho de promoción y en la narración se han implicado marcas como Loterías, Freixent o Ford.  Vamos, que nada parecía espontáneo.

Rápidamente, el usuario de las redes entiende que le están vendiendo un producto de forma artificiosa y, como consecuencia, se va. Resultado: Bartual ha perdido unos 100.000 seguidores. Ahora, su cuento de Navidad le deja en 329.000 followers (actualización: al publicarse este artículo ha bajado a 328.000 followers).

La fidelidad con la nueva historia no ha funcionado ni de lejos como la primera, a pesar de contar con cameos conocidos. Es más, muchos usuarios han criticado al propio autor o presumido de silenciar sus tuits porque lo asocian ahora con un escaparate publicitario. Una percepción negativa que también es mala para las marcas, pues con esta acción viral no caen bien al público. Catástrofe.

¿Es imposible que la red y los haters permitan repetir un éxito como el que vivió Bartual el pasado verano? ¿Es contradictorio intentar conservar la espontaneidad mientras que la audiencia percibe claramente que en esta ocasión el autor se lucra? Pero... ¿por qué se castiga a alguien en Twitter por cobrar por su trabajo? En el mundo editorial, estaríamos hablando simplemente de publicar una segunda novela tras autoeditarte la primera y haber tenido mucho éxito.

Pero las salvajes leyes de la red aún están por definir en muchos aspectos. Y el resultado es que el público no se ha sentido partícipe esta vez de la aventura patrocinada de Bartual, pues la ha percibido forzada. Además de larguísima, estirando la trama sin interés. Enganchar no va unido a saturar.

Contra el estigma de forzar un contenido deben luchar las creaciones específicamente dirigidas a las redes. Al final, en las plataformas sociales, lo importante es contar una buena historia en la que se sientan involucrados y representados los usuarios. Si estos perciben que sólo es un gag publicitario prefabricado, no funciona igual. La gente huye. La pregunta entonces es si la red sólo nos permite ser originales una vez, provocando que ninguna segunda parte sea buena.

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