OPINION

El giro de guion que necesitaba 'MasterChef Junior'

Albert MasterChef
Albert MasterChef

"Me quiero quedar tres semanas exactas, ni más ni menos", dice el pequeño Albert, concursante de 'MasterChef Junior 2019', a los jueces Samantha Vallejo Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz que, en ese instante, favorecen a cámara su cara de asombro. "Porque, bueno, también a veces aburre 'MasterChef'", añade sin filtros el retoño. Claro, es un niño. 

Y, como cándido crío, no entiende lo políticamente correcto. Hasta dice que le aburre el programa. Pero, además, por lo que se ve, los niños de hoy ya saben las dinámicas de la televisión y van al talent show con tácticas de casa. Aunque sean en formato de simples travesuras, como es el caso del revolucionario Albert.

"Quiero tener los regalos que te hacen cuando te vas, porque mi ordenador está demasiado obsoleto", continúa divagando motivos de que quiera irse. Y, en ese arrebato de sinceridad en tácticas y en ganas de renovar su artillería tecnológica, encima insinúa que no dirá marcas comerciales "porque no hay que poner publicidad en Televisión Española". 

Se la sabe todas el pequeño Albert. De lo que quizá no se está percatando es que con estas sinceridades se va a quedar en el programa mucho más de las tres semanas que desea para no aburrirse. No van a dejar escapar su gracia, pues es un filón de grandes momentos televisivos por su pícara espontaneidad con la que el pequeño Albert logra la máxima que busca 'MasterChef': transmitir verdad. Pero no cualquier verdad, la verdad más codiciada de la tele que es la que entremezcla emoción con el humor de la trastada. Ahí estriba el cimiento en el que se sostiene gran éxito de este formato, además de la tensión entre guisos. Sin embargo, el programa de Shine Iberia para TVE ya es veterano y es astuto a la hora de aprovechar aquello que le ayuda a huir de cualquier atisbo de síntoma de parecer repetitivo. 

Lo malo es que ya empiezan a desgastarse por sobrexpoisición los programas con niños. La audiencia comienza también a estar inmune del tirón de la incontrolable espontaneidad infantil, que tanto gusta a los adultos en prime time porque no sufre esos corsés que atoran la naturalidad de los mayores cuando salen por la tele y provocan que todo se sienta más prefabricado. No sucede con los niños, no se juegan nada como sus papás y aún no tienen metido en el cuerpo el miedo de decepcionar a alguien por alguna salida de tono. O no pasaba con los niños.

Porque Albert da un paso más en este sentido, ya que representa a los chavales que ya han crecido viendo 'MasterChef' y su transparente inocencia desvela que se creen que conocen (casi) todas las artes del programa. En este caso, es la travesura infantil llevada a las mecánicas de la tele. Es el giro de guion que necesitaba 'MasterChef': el niño táctico al que por la sinceridad infantil se le acaba escapando que "la verdad, es que soy bastante pelota con los jueces"... 

Y eso también engancha, sobre todo porque Albert, como cualquier niño, piensa que no va a ser pillado en sus tretas cuando en la cara se le proyecta todo su picaresca para conquistar al jurado de MasterChef. Y, así, llevarse a casa un ordenador nuevo, claro. Eso sí, sin desvelar la marca comercial del aparato. Aunque enseñándola bien a cámara por aquello del product placement que con tanta pericia maneja 'MasterChef'.

@borjateran

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