OPINION

El giro del mítico anuncio de 'Tu pasa el Pronto y yo el paño': huir del machismo social como valor

Anuncio Pronto
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Fue un antes y un después. Los anuncios de productos de 'limpieza doméstica' siempre eran protagonizados por mujeres. Al poder ser, 'amas de casa'. En una sociedad machista, los anunciantes buscaban que el cliente potencial se sintiera identificado. Así que, a priori, los tópicos reinaban en este tipo de publicidad y la mujer era la responsable de limpiar la casa.

Al menos, hasta que llegó el anuncio de Pronto con una mujer lanzándose sobre una mesa para abrillantar más rápido una sala de reuniones, antes de que llegaran los directivos. Una estampa para la posteridad que, tres décadas después, sigue estando en el imaginario colectivo.

El spot de 1989 trascendió y dio una lección: logró una rotunda eficacia al no quedarse en los convencionalismos de las promociones de este tipo, con señoras en contextos domésticos, y diferenciarse al a una premisa creativa más contundente.

El acierto fue crear una historia con un golpe de efecto que calara en el recuerdo social. Punto a favor. Lo conseguía con su buena dosis de comedia y una historia con narración descriptiva de las bondades de Pronto sin necesidad de poner a nadie a limpiar el suelo.

Pero, además, aunque en el protagonismo del spot se sigue poniendo en el centro del conocimiento del producto de limpieza a una mujer -porque era la potencial compradora de Pronto y la usuaria principal en aquella sociedad-, se acierta al coronar la promo con un buen giro final.

Porque el desenlace del spot también tiene chicha. La mujer que se abalanzó sobre la mesa para pulir más rápido la tabla no es la chica de la limpieza, es la presidenta de un consejo de administración lleno de hombres que acoge esa sala y esa mesa. Otros dos puntos a favor. Primero, la mujer no se plantea desde el tono de condescendencia clásica de la subordinación de la entonces llamada 'ama de casa' y, segundo, el producto gana en reputación porque lo utiliza un cargo relevancia.

El anuncio de Pronto pasó a la posteridad porque fue por delante de los cambios sociales que demandaba su sociedad. Aún se recuerda a Pronto por este spot de finales de los ochenta porque la publicidad perdura mejor si no se queda en el complejo de la evidencia y apuesta por una narración  con una intención creativa clara. Con su acción de desarrollo, con su desenlace para dejar al público y cliente pensando un poco más. 

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