OPINION

El legado de Alicia Gómez Montano: 7 inspiraciones de su trabajo en RTVE

Alicia Gómez Montano.
Alicia Gómez Montano.

Siete días del fallecimiento de una periodista valiente, honesta, coherente y constructiva. Se cumplen siete días de la muerte de Alicia Gómez Montano. Su currículum es extenso. Muy extenso. 40 años narrando historias desde la radio televisión pública. Sólo unos días antes de morir su nombre seguía sonando por los platós de Prado del Rey como ilusionante salvavidas del porvenir de RTVE. Era la profesional que logró mejor puntuación en el olvidado concurso público que convocó el Parlamento para decidir la presidencia de la corporación audiovisual del Estado. No será posible que ocupe tal cargo, pero hubiera sido una buena noticia para la radio y televisión pública y la sociedad en general, ya que Gómez Montano representaba la independencia en su máxima expresión, periodística y creativa.  

Alicia G. Montano nos deja un brillante legado audiovisual en el archivo de la radio y la televisión, aunque además, representa, al menos, siete principios básicos del periodismo y la televisión que iluminarán siempre hacia una realidad mejor, la de una sociedad bien informada:

1. El reportaje siempre debe tener la mirada del periodista

La mirada propia no es incompatible con el ejercicio de buscar la objetividad. Al contrario, la mirada propia es una herramienta fundamental para que las piezas informativas sean más didácticas y más identificables por un espectador que, en tiempos de constantes impactos audiovisuales, necesita acudir a prescriptores con nombre propio que le otorgan la confianza de la credibilidad. El periodista no debe ser protagonista, pero la artesanía personal que impregne a su oficio será aliada para marcar la diferencia y ser más interesante, accesible y atractiva para el espectador, lector, oyente o las tres cosas juntas.

2. Atreverse a la innovación sensata (y, a veces, un poco insensata)

Los convencionalismos están para reinventarlos. En cambio, la noticia en televisión ha mantenido patrones clónicos que homogeneizaban los informativos en exceso. Incluso desconectando la información de los más jóvenes. Alicia G. Montano se salía de esos patrones establecidos sin que se notara. Hábil, por ejemplo, a la hora de fusionar narrativas sin traspasar la fácil frontera entre información y magacín. Así, para hacer más útil la información, supo aprovechar todas las herramientas del  ingenio televisivo en crónicas que se ven, se escuchan, se leen y, así, hasta casi se huelen (véase su último reportaje de 'Informe Semanal' dedicado a las pintoras del Museo del Prado). No sólo basta la declaración y un primer plano de sus manos para editar lo relevante que ha dicho protagonista, hay que cuidar la historia que se plasma como la obra periodística que es.

3. Divulgación desde el matiz

En un tiempo en el que parece que los contextos saltan por los aires, los reportajes de Alicia G. Montano son un abrazo al matiz. Su habilidad estaba en no quedarse en la superficie e introducir al espectador en la profundidad que merece cada tema con una destreza especial para encontrar la metáfora o la comparación que hace más comprensible lo desconocido o complejo. Captar con sensibilidad ese detalle que construye el laberinto del todo.

4. Desaprender la frase hecha

En su trabajo como editora de igualdad de TVE, G. Montano divulgó cómo las palabras pueden combatir la violencia de género. Dejar atrás expresiones estigmatizadoras como 'crimen pasional'. Acudir siempre a los expertos, con la formación necesaria, y descartar los curiosos que no aportan nada con aquello de 'parecía una pareja normal'.  Siempre poniendo el foco en la mujer, no es un número.

5. Hablar al ciudadano, no al consumidor

El equilibrio para lograr la pluralidad desde un medio de comunicación pasa porque el periodista no olvide que elabora la información para el ciudadano. No reducirlo sólo a consumidor. Las tutelas no son buenas aliadas en el oficio de la comunicación. El espectador, lector u oyente precisa ser tratado con la inteligencia que atesora. Aunque existan cadenas que crean lo opuesto y, quizá por eso mismo, no terminan de afianzar una audiencia estable.

6. Huir del estado de emergencia

En una época en la que la información se elabora y consume a una velocidad de vértigo, es vital el periodismo que aporta perspectiva. Para progresar, la intensidad no puede arrasar con la profundidad contrastada y meditada. El periodismo es también contar con la virtud de escabullirse de la emergencia cuando toca para no caer en la trampa de la información de impacto, que va directa a la simplificación de la emoción vehemente del momento y termina siendo una peliaguda bacteria social. El espectador se convierte en menos crítico, en más manipulable. El periodismo también es la responsabilidad de pararse a pensar. Es la única manera de avanzar de una manera útil.

7. Trabajar como si siempre se estuviera empezando

Alicia G. Montano no sólo era periodista, también era maestra de periodistas. De hecho, el periodismo tiene mucho de la incesante curiosidad didáctica del buen maestro. Ese buen maestro que no sólo explica: inspira porque sabe escuchar, sabe mirar, sabe cuestionarse lo que le rodea y, sobre todo, sabe aprender como si siempre estuviera empezando. Esa estimulante capacidad pedagógica de Alicia G. Montano favorecía un generoso trasvase de conocimiento entre generaciones que, al final, es uno de los sustentos del periodismo clásico, que va unido a no quedarse parado, a estar comprometido con tu sociedad plural, a afrontar los cambios, a no perder el perspicaz sentido del humor como mejor revulsivo contra la adversidad y blasón contra la mediocridad de trinchera. Ella nos hizo creer que, sí, es posible: la independencia en RTVE existe gracias a profesionales honestos como Alicia G. Montano y su persistente búsqueda de la verdad. 

Borja Terán. 

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