ANÁLISIS

El periodismo sin salir de casa

Emilio Doménech
Emilio Doménech
Borja Terán

Emilio Doménech (@nanisimo) ha sido la gran revelación de la televisión en España en el agónico escrutinio de las elecciones norteamericanas. Los seguidores de sus redes sociales se han duplicado en sólo unos días gracias a la televisión y su protagonismo en los maratonianos especiales de La Sexta.

La pericia de este joven periodista que vive en Nueva York está en que ha incorporado, en su justa medida, el lenguaje de las nuevas aplicaciones sociales a una retransmisión de la televisión tradicional.  Narrativas que van del universo de los youtubers a la plataforma Twitch. Doménech no sólo es un freak de los galimatías de la política norteamericana, también lo comunica, en directo, con un control absoluto de la cámara. De hecho, sabe mirar a cámara, soltar seductora media sonrisa cuando toca, introducir la curiosidad que da brío al relato e incluso situar una espontánea pausa dramática entre dato y dato. Y lo cuenta sin que aparentemente le cueste, pues lo vive con ese entusiasmo que no se puede prefabricar y que ha contagiado a tantos followers.

Pero el trepidante éxito de @nanisimo también se debe a su calculada técnica para entrar bien por los ojos. Aunque su conexión sea casera. Igual que hacían las folclóricas de antaño cuando acudían a un plató de televisión, Doménech cuida la iluminación para destacar de manera más atractiva en pantalla. Tiene una buena luz que potencia su telegenia y, a la vez, un buen contra de led trasero que otorga más profundidad al fondo del plano de su hogar. Porque está emitiendo desde su hogar. Y con su cam. Y con sus focos. Como si estuviera en su canal personal de Twitch o en un direct de Instagram.

La destreza y valor de Doménech está en que inyecta su didáctica pasión a los datos que va viendo a través de sus ventanas abiertas en otros medios de comunicación norteamericanos y que están al acceso de todos desde cualquier teléfono móvil. Su perspectiva viene perfecta para entender lo que sucede a una sociedad española siempre perezosa con el inglés, pero Doménech podría estar en Móstoles o Majadahonda. Y la retransmisión sería completamente igual.

Como consecuencia, La Sexta ha demostrado que se puede hacer un programa competitivo sin gran coste, sólo con dos conexiones vía zoom, con dos periodistas expertos y curtidos en USA, Doménech y Sandro Pozzi. Junto con otras dos pequeñas colaboraciones con reporteros externos en diferentes posiciones. Pero sin ningún periodista de La Sexta desplazado, a diferencia de TVE o Antena 3.

Y La Sexta ha liderado. No han necesitado todo lo que hubiera hecho una retransmisión periodística ejemplar hace 30 años. Sin enviados especiales creando reportajes, prácticamente ni siquiera se han visto a norteamericanos contando su experiencia en primera persona. Sólo basta con un especial muy largo de debate. Lo que evidencia que la opinión va ganando la batalla a la información, más aún cuando hay que mantener la atención en especiales de horas y horas de duración a pesar de que se producen pocas novedades certeras.

Esta apuesta de La Sexta es interesante y hay que indagar más en entremezclar las narrativas periodísticas que se utilizan en ventanas como Youtube y Twitch, que hablan al espectador con una cercanía aplastante y hasta con un ingenioso punto gamberro que atrapa. Narrativas que han de ser compatibles y aprender de los protocolos televisivos del periodismo de siempre. Ahí La Sexta ya está realizando una fusión inteligente para atrapar a públicos amplios, veteranos y nuevos.

Pero, ojo, el periodismo es salir a tocar y tomar el pulso a la calle. Estar en el lugar de la noticia. Salir a buscar historias propias. Marcar la agenda, no sólo replicar. O las efervescentes redes sociales y el entusiasmo del entretenido meme acabarán engullendo a la propia televisión y la información real mientras nos sabremos de memoria la casa de Emilio Doménech.

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