OPINION

El presentador del Telediario: de no tener piernas a la hiperactividad (a veces contraproducente)

TVE Telediario
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Lejos queda ya aquella broma cotidiana de que, tal vez, el presentador o presentadora del 'Telediario' no tuviera piernas: siempre sentados, serios, protegidos detrás de una decorativa mesa. Sin embargo, en los últimos tiempos, este protocolo del presentador estático ha mutado. El espectador cada vez cuenta con más impactos audiovisuales y los informativos para actualizarse -menos Telecinco- han decidido enriquecer sus puestas en escena con más variedad de posturas del presentador.

El periodista ya se puede mover por el plató, ya sea para explicar mejor un dato con ayuda de una gran pantalla de leds o para divulgar un acción meteorológica con el golpe de efecto de la realidad aumentada, tan de moda especialmente en el último año. Ese truco visual que, de repente, puede inundar el plató de forma virtual..

El problema surge cuando el presentador del 'Telediario' se empieza a levantar sin justificación y, encima, delante de un diseño de escenografía que no está pensado para tal cometido.. Entonces, no tiene sentido. Es más, es contraproducente, pues parece que el periodista está metido en un claustrofóbico cajón con un fondo desordenado.

Sucede especialmente en los 'Telediarios' de Televisión Española. Los presentadores se levantan más que nunca y una cámara móvil -steady cam- acompaña sus pasos. Pero la apuesta no termina de funcionar porque el pequeño estudio de Torrespaña no está distribuido para ello, ni siquiera con ligeros cambios en un decorado que no dispone de altura ni profundidad.

Como consecuencia, se desvirtúa la acción y se traspasa un límite visual en el que parece complicado diferenciar si se está ante un informativo o un magacín de tarde. Los protocolos informativos están para evolucionarlos, claro, y los informativos también deben avanzar con las nuevas tecnologías y los cambiantes consumos de la audiencia. Aunque siempre sin desvirtuar el sustento del formato en la credibilidad. Porque no hay que caer en la trampa: el foco de las decisiones escénicas también debe estar en sí aportan contexto informativamente, si enriquecen el relato, si clarifican los datos o si simplemente si desvirtúan la reputación del informativo y lo convierten en un show vacío a la caza del impacto exprés. 

Un 'Telediario' no es un magacín. Y a veces lo empieza a parecer. No tiene que sea todo el rato entonadamente serio, pero tampoco tiene que transformarse en meros fuegos artificiales de entretenimiento porque sí. Tiene que estar justificado. Y si el presentador se levanta, el set debe estar preparado para ello o si no será contraproducente. Porque lo más crucial de un informativo es plasmar un buen relato. Y un aderezo visual superficial, mal ejecutado, lo termina entorpeciendo.

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