OPINION

Los secretos televisivos del primer programa de sexo en España

Hablemos de Sexo, Elena Ochoa
Hablemos de Sexo, Elena Ochoa

Los dos rombos, a veces, se asocian a la lujuria. Cuando aparecían en pantalla, esta iconografía avisaba de que tal programa, película o serie era para mayores de edad. Y ya se sabe, la lujuria se suele asociar a sólo apta para mayores de edad.

Aunque, en realidad, el sexo brillaba por su audiencia en la televisión en España. Era un tabú nacional que costó superar a una pequeña pantalla que nació en plena dictadura. Así que este código visual de regulación de contenidos era más para catalogar pelis de terror y alguna que otra serie con algún punto violento. Y punto. La televisión estaba muy tutelada para que nada descolocara al poder imperante.  Las tijeras del censor (casi) siempre cortaban cualquier amago de sensualidad directa.

Chicho Ibáñez Serrador, con sus perspicaces artes, consiguió en más de una vez escapar del punto mojigato de las diferentes épocas de la televisión. Es más, fue el primer director que logró hacer un formato divulgativo semanal sobre sexo. Lo hizo ya en 1990. Sí, en España no hubo un programa en el que se hablara de sexo hasta 1990. Duró una temporada, pero se ha quedado en la retina de varias generaciones.

Elena Ochoa fue la elegida para presentar un espacio que, prácticamente en un 95 por ciento, era un guion cerrado que la psicóloga debía memorizar como si fuera una actriz. Ella no era tan experta en la materia como la televisión nos quería hacer creer. De hecho, al principio, tampoco estaba cómoda con las palabras clave que eran cruciales nombrar en una primer programa sobre sexo de la televisión en España. Tanto era su complejo, que estuvo a punto de no conducir el espacio. 

Costó decir 'pene', pero Chicho terminó convenciendo a Ochoa. Y acertó: su presencia en plató daba una magnética credibilidad que requería la emisión. También Serrador atinó con el complejo tono que debía dar el programa. No podía quedarse en lo básico. El autor televisivo jugó a entremezclar explicación de expertos, preguntas del público -en plató y por teléfono- y  reporteros en la calle que captaban los conocimientos o desconocimientos de la audiencia.  El programa explicaba, pero primero nos enfrentaba a nuestros prejuicios y creencias con hábil destreza.  

El decorado del programa era otro elemento que guardaba un ingenioso sentido: la escenografía estaba llena de tecnología: pantallas de ordenador, teclados y monitores guardaban literalmente las espaldas de Ochoa. Así aquello no parecía nada frívolo u obsceno, se huyó de neones y chillones colores de la noche para recrear una especie de centro de investigación social con pantallas llenas de gráficos con mucho dato y hasta una buena estantería con libros bien colocados como infalible atrezo.  Para dar más luminosidad y profundidad a la imagen, unas ventanas guardaban una relajante vegetación bien iluminada. Aunque se emitiera por la noche,  se alejaba el sexo de lo oscuro, escondido y se acercaba a la luz que otorga la naturaleza.  Porque es natural.

Decorado de Hablemos de Sexo.
Decorado de Hablemos de Sexo.

De esta forma, el secreto del boom del primer formato sobre sexo de la televisión en España está en que no se quedó en lo evidente -tan importante siempre- y terminó huyendo del sensacionalismo fácil para armar un complejo retrato de un país, con sus déficits culturales y su mochila de prejuicios heredada de eras de silencios, miedos y desinformación. 

'Hablemos de Sexo', que así se llamaba este formato, representa a esa televisión que trasciende su emisión porque, al final, documenta la historia con imágenes que no sólo explican cómo éramos en aquel instante: a la vez desvelan motivos por los que en la actualidad somos así. 

Un programa que, aunque no se recuerda mucho, es otro ejemplo de la mirada de un genio que fue por delante de su tiempo. Chicho Ibáñez Serrador siempre fue por delante. Lo hizo la fantasía en 'Historias para no dormir', con el manejo de la emoción  en 'Un, dos, tres...', con el ecologismo en 'Waku Waku'... y con el sexo... en 'Hablemos de sexo'. Éxitos inolvidables en buena medida porque, todos, absolutamente todos, comparten una misma esencia: no son entretenimiento vacío y atesoran una una hábil radiografía de la sociedad del momento sin tutelas sin metáforas e incluso con cierto espíritu crítico.

@borjateran

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