OPINION

El problema de 'Viva la vida' de Emma García en las tardes de Telecinco

Emma García en 'Viva la Vida'.
Emma García en 'Viva la Vida'.

Una de las claves del éxito de Telecinco está en que Mediaset otorga a la mayoría de sus contenidos de un lenguaje global que se identifica fácilmente con su cadena principal.

Todas sus producciones de entretenimiento cuentan con un punto homogéneo que favorece que el espectador reconozca que el producto es de Telecinco. El problema surge cuando los contenidos empiezan a parecer intercambiables y determinados magacines ponen el foco en temas que pecan de repetitivos. Es la debilidad latente que surge en 'Viva la vida' que, ahora, presenta Emma García tras sustituir a Toñi Moreno.

'Viva la vida' es un magacin de tarde que, desde sus orígenes, ha contado con una versatilidad pensada para adaptarse a cualquier necesidad de la cadena. Un batiburrillo de temas, vamos. Lo mismo existe una entrevista a un personaje relevante, que una tertulia de corazón, que un gag de Torito, que amplia cobertura de tétricos sucesos. De hecho, este formato hace bastante hincapié en los sucesos, que se consideran fundamentales para subir el share. Incluso la cadena debe poseer estudios de 'minutados' de audiencia que así lo corroboran. De ahí que la actualidad más morbosa se haya colado con relevancia en las temporadas de 'Viva la vida'.

Pero en fin de semana el espectador fiel, que acude a un programa en directo, también quiere desconectar. A no ser que sea un asunto informativo de relevancia de última hora, el público espera romper con la monotonía con un espacio que apueste por otros asuntos que recuerden que es sábado o domingo.

La audiencia agradece la televisión que desengrasa o airea la rutina en el fin de semana y vacaciones, premisa que no cumple 'Viva la Vida'. Menos aún desde la marcha de Toñi Moreno. Desde entonces, el programa ha perdido ese personalismo de autora que daba un punto más imprevisible al show y lo diferenciaba de otro tipo de magacines más al uso.

Mientras que las cadenas de televisión tradicional no se percatan, las nuevas plataformas bajo demanda ya tienen claro que los periodos vacacionales y los fines de semana son el momento de lanzar producto que sirve al espectador de válvula de escape de la rutina de su cotidianidad. Así ganan adeptos como alternativa de evasión. De ahí que la nueva temporada de 'La Casa de Papel' caiga justo cuando llega el verano y no espere al arranque de la temporada alta clásica de la vieja televisión en septiembre.

'Viva la vida' no desmonta esa rutina, sobre todo porque repite enfoques que ya el público ha visto en otros programas de la emisora. Excepto 'Sálvame', Mediaset empieza a hacer todos los magacines muy idénticos. Está bien una cierta identidad con puntos en común que definen a la cadena como un todo, pero también Telecinco debe crecer en la diversidad que enriquece el conjunto con diferentes perspectivas creativas, que se complementan entre sí.

'Viva la vida' no cumple este requisito y, como consecuencia, no crece en influencia social. Es un programa intercambiable e incluso olvidable, que solo cumple una función: mantener a Telecinco pegada a su característico sello de cadena en vivo y en directo también en el fin de semana. Un objetivo que se puede lograr mucho mejor con un contenedor más característico y menos obvio.

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