EN PERSPECTIVA

El programa que se adelantó a Tinder

Marisa Medina en 'Todo es amor'
Marisa Naranjo en 'Todo es amor'
RTVE

En la televisión de principios de los ochenta, el mítico realizador Fernando Navarrete levantó un gran espectáculo de variedades en el Estudio 1 de Prado del Rey. Eran tan de variedades, que ni siquiera tenía presentador propio. Cada semana, un referente público se hacía cargo de 'SuperStar', que así se llamaba. De Sara Montiel a Francisco Umbral, de Isabel Pantoja a Bibiana Fernández. Distintas maestras de ceremonias para una inmaculada puesta en escena en la que lo mismo cantaba Olga Guillot que había una coreografía imposible de patinadores entre chorros de agua.

Y, entre tanta variedad, el programa probó un espacio de citas a ciegas. Por primera vez en 1984, la televisión en España se atrevía a ejercer de cupido con el juego de que un hombre o una mujer detrás de una especie de pared eligieran entre tres pretendientes que no podían ver, pero sí intuir a través de pruebas y preguntas con dobles o triples intenciones. 

Todo es amor' era el título de esta sección que protagonizaba el tramo central del show y que presentaba Gala Rebes. Ella insistía a que, para elegir a los candidatos, se cruzaban sus compatibilidades gracias a un ordenador que intentaba encajar las afinidades de aquellos que se atrevían a ir al espectáculo. Vamos, lo mismo que dice ahora el algoritmo de Tinder. Pero, eso sí, en tiempos en los que aún lo normal era utilizar máquinas de escribir.

Así, TVE se empezó a sumergir en programas de búsqueda de pareja con todos los clichés habituales de estos formatos. Desde candidatas con seudónimo sexy, véase"Gata Salvaje", a pruebas que consistían en saber poner bien una corbata al hombre. Sí, mujeres poniendo corbatas al señor. Muy a tono con el machismo interiorizado de la época. De hecho, el propio formato también intentó que fuera una mujer la que tuviera tres pretendientes y, a la hora de la verdad, no se aceptaba por el público con la misma "naturalidad" que al revés. Dramas de una tóxica cultura social falócatra que premiaba ver a un hombre elegir entre tres mujeres y castigaba lo mismo si lo ejercía una mujer. 

Para remediarlo, 'Todo es amor' pretendió probar con el prestigio de una popular para intentar naturalizar la propuesta. La mítica presentadora Marisa Naranjo acudió al plató el 27 de julio de 1984 con el objetivo de intentar  encontrar un amor. Al otro lado del biombo, tres pretendientes: "Petete Enamorado", "Pantera Rosa y Verde" y "Pitufo Cotilla". La risa del público explotaba ante tales motes.

Má tarde, mucho más tarde, en los noventa, esta dinámica de buscar pareja se reprodujo en autonómicas y privadas con programas como 'Amor a primera vista' (donde llegó a participar Noemí Galera y María Patiño -en ediciones diferentes, claro) o 'Vivan los novios' en Telecinco. 

Pero la primera inclusión en este género por parte de Televisión Española no destacó más allá del chascarrillo del mote delirante. Tal vez porque la idea llegó antes de tiempo en nuestro país, aún teníamos demasiados complejos cuadriculados con las relaciones, el amor y el sexo. Y, claro, ir a la tele e encontrar pareja a ciegas no estaba bien visto. El espectador lo rechazaba como voyeur de risa nerviosa que decía demasiado de los prejuicios de un país que se empezaba a liberar pero que seguía enredado en la compleja capa de corsés de la dictadura en blanco y negro. Así que todavía una cita a ciegas sonaba a sórdido. Aunque fuera en el contexto de la permisiva teatralidad de una televisión con un azafato disfrazado de corazón gigante. Sí, un azafato señor. Hasta en eso fue adelantado el programa.  

Mostrar comentarios