OPINION

El regreso de E.T.: por qué es decepcionante (y ya lo pronosticó Spielberg)

El regreso de ET
El regreso de ET

E.T., el extraterrestre, ha regresado al planeta Tierra, 37 años después de la mítica película de Steven Spielberg. El aterrizaje ha sucedido con motivo del día de acción de gracias y como estrategia promocional de la compañía de telefonía, internet y televisión Xfinity, que, en tiempos de multioferta de contenidos, ha intentado destacar entre tanto impacto audiovisual atacando directamente a la nostalgia del espectador.

Así el spot de NBC Universal se ha convertido en un acontecimiento global en un momento en el que todas las miradas están en la implantación con éxito de Disney Plus. No sólo ha triunfado en su emisión en la televisión tradicional, sino también por su viralización en su segunda e inmortal vida a través de las redes sociales. Objetivo logrado: Xfinity ha alcanzado un impacto apabullante rodando el reencuentro, casi cuatro décadas más tarde, de ET y Elliott (Henry Thomas), que en el spot es mostrado como padre de familia. De hecho, sus hijos son los que se encuentran al propio E.T. La historia se repite.

Spielberg ha dado el visto bueno a la pieza. Todo sea por la publicidad... Aunque en realidad este anuncio colisiona con uno de los motivos por los que nunca ha existido una segunda parte de este mítico film que se ha quedado marcado en la memoria de varias generaciones. "Las secuelas son peligrosas porque en ellas arriesgas tu sinceridad como artista, si hiciera una segunda parte, sería como quitarle vida a la historia original”, ha declarado Spielberg en más de una ocasión cuando se le ha preguntado al respecto. Es curioso, porque este spot le da toda la razón.

El hecho de que E.T. se reencuentre con un Elliott en la actualidad rompe con esa posibilidad de que el espectador siga imaginando como quiera cuál ha sido el futuro y porvenir de los protagonistas después de que el extraterrestre volviera a su planeta en 1982. El spot sólo es un spot al servicio del anunciante y por eso diluye y banaliza cualquier ápice de la emoción del encuentro.

Pero, sobre todo, aquí se nos presenta a un E.T. digital que malogra el recuerdo de la película. Este E.T. no es el E.T. de siempre. Porque este E.T. carece del mimo artesanal de la creación original, física y nada digital, que logró dar a lo que era un muñeco una sensibilidad especial en cada plano. Aquí el ordenador ha dotado de una vitalidad digital a E.T., intentando incluso reproducir los movimientos torpes del antiguo. Pero, curiosamente, este E.T. digital está mucho menos vivo que el de hace 37 años. Ya hablaba Spielberg de eso, de quitar vida.

Al final, sólo se trata de un anuncio que ha logrado el reto de emocionar por la vía fácil. Presenta una historia básica publicitaria que condensa en tres minutos todo lo que previsiblemente un espectador medio norteamericano querría ver. El poder de la nostalgia es irrefrenable y hace el resto, más aún si suena constantemente de fondo la magistral música de John Williams. Pero seguro que los verdaderos fans de la película están más decepcionados que satisfechos. Y el propio Elliott debería ser el primero en darse cuenta de que este E.T. que ha vuelto no es el mismo que el de su infancia. Pero ese habría sido otro spot.

@borjateran

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