OPINION

El regreso de 'Confianza Ciega', el reality más retorcido de la TV

Carlos Sobera con Ana Obregón en 'Volverte a Ver'.
Carlos Sobera con Ana Obregón en 'Volverte a Ver'.

Confianza Ciega' sólo duró una temporada. Un visto y no visto. Y, en cambio, es uno de los realities más recordados. Incluso se le podría denominar como reality de culto.

Corría el año 2002 y Antena 3 se atrevió a dar una vuelta de tuerca al fenómeno de 'Gran Hermano'. El asunto consistía en poner a prueba la fidelidad de cándidas parejas heterosexuales, separando a sus integrantes en distintas casas y rodeándoles de guapas y guapos tentaciones que intentaban cortejarlos.

Presentado por una Francine Gálvez en modo villana, el programa apostaba por un tono decididamente malsano, perverso y picante, manipulando sin compasión a los concursantes (aquellas Nube y Carolina, tan pavas y pánfilas), a los que muchas veces hacían creer mediante vídeos tóxicamente manipulados que sus parejas les estaban poniendo los cuernos.

'Supervivientes' o 'Gandía shore' era casi un patio infantil si se comprara con lo que ocurría en 'Confianza ciega', un programa que era un espectáculo del morbo de intentar romper parejas. Funcionó en audiencia, pero jamás volvió. No era la línea de Antena 3 y la cadena no apostó por una seguida edición.

Un reality que destruye el amor y no ha vuelto a la retorcida televisión. ¡Cómo es posible! Pues bien, Mediaset ya ha grabado un programa que, casi dos décadas después, recupera la esencia de 'Confianza Ciega'. Ahora, Mónica Naranjo será la encargada de conducir este show que previsiblemente emitirá Cuatro y no será 'Confianza Ciega' tal cual porque ni el espectador ni el amor televisado ni la telerealidad están en el mismo punto que en 2002.

Para empezar, el programa se graba desde una isla. Que ahora los realities huyen de claustrofóbicos espacios cerrados y se abren a la aspiracional naturaleza que saca a los participantes de hábitats cotidianos. Mejor luz natural al foco artificial de antaño. Mejor cámara al hombro que cámara oculta en el techo del set, como si fuera grabación de seguridad de unos grandes almacenes. Mejor, por tanto, que parezca más una realidad de documental que con show.

Además, los concursantes estarán más resabiados que en aquella 'Confianza Ciega', que eran unos pazguatos que se lo creían todo y lo remataban con un "¡Jo, tía, Nube! ¡Saeendy está por mí!" Los asistentes a este tipo de programa ya conocen las trampas de la televisión para engatusarte y hacerte dudar. Desconfían, no son fáciles de engañar.

Ya no basta con adulterar vídeos con imágenes sacadas de contexto. Eso pasa en las redes sociales a diario. Tampoco vale introducir actores para que seduzcan al personal interpretando un papel. El giro dramático del formato pinta que será empujar al conflicto con el as en la manga de separar enamorados para que 'se dejen llevar' en un entorno paradisiaco  en el que son entremezclados con solteros con ganas de enamorarse... y salir por la tele. 

Resultado: así surge una especie de mezcla de 'Supervivientes' sin supervivencia y 'Mujeres y hombres y viceversa' que dará como resultado un remozado formato que bajo el nombre de 'La isla de las tentaciones' mantiene la esencia que hace tanto recordar aquel viejo 'Confianza Ciega': descolocar la vida en pareja. Ya se sabe, en televisión el desamor siempre funciona. Porque a todos lo hemos sufrido alguna vez. La clave en el éxito o fracaso de este programa es si el espectador se identificará con el casting o no. Y eso ya es otra historia.

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