Hacer marca con los presentadores

El sigiloso sustento del éxito de Telecinco (que tal vez no te has fijado)

La verdadera telegenia está en el carácter propio de los comunicadores. 

Carlota Corredera, presentadora de Telecinco.
Carlota Corredera, presentadora de Telecinco.
Borja Terán

La telegenia no existe. En televisión, el canon físico del presentador es un mito a derribar. Ser guapa o guapo de manual no asegura nada. Es más, la historia de la industria audiovisual pone en evidencia que el atractivo de los grandes presentadores se proyecta más con su carácter que con su estética.

Joaquín Prat, Mercedes Milá, María Teresa Campos, Jorge Javier Vázquez son cuatro grandes nombres representativos del legado de la televisión que, sin embargo, no hubieran pasado un casting de catálogo de posar. Ni lo necesitaban.

La televisión va más unida a la capacidad de escuchar y generar vínculos empáticos con el espectador. Ahí estriba la habilidad (o no) de los presentadores para comunicar con ese carisma que te hace único. Esa es la verdadera telegenia que no entiende de prototipos de belleza. Existen cientos de maestros de ceremonias aparentemente perfectos que nadie recuerda, en cambio, la audiencia de hoy se moviliza con profesionales como David Broncano o Antonio García Ferreras

Aunque, paradójicamente, todavía existen prejuicios en la selección de personal. Aún se eligen o descartan presentadores, incluso en informativos, por un precepto de su arquetipo físico, especialmente en el caso de las mujeres. El machismo social interiorizado sigue mandando. 

De hecho, una de las claves del éxito del actual sistema de Telecinco es que, a pesar de que la cadena es muy homogénea en la línea de sus programas en directo, cuenta con un elenco de caras que son muy diversas. En este sentido, Mediaset pone hincapié en remarcar quiénes son sus presentadores. Los afianza en la emisora con contratos de larga duración. Pero no basta con fichar, también hay que crear esa aureola de estrellas familiares. Aunque no lo sean. De ahí que esta empresa corone el pasillo de sus platós con fotos de sus cabezas de cartel, muy al estilo de Hollywood. Así se proyecta la imagen de canal vivo a través de personas referenciales que humanizan la marca.

Pero, sobre todo, el fuerte de esta familia de presentadores es su diversidad. Prácticamente hay perfiles de todo tipo de condición. El elenco de comunicadores, en cierto sentido, representa una pluralidad social. Cada espectador se puede identificar con uno u otro presentador. Y la gran mayoría son próximos. No hablan al público con superioridad, son gente que dan la sensación de que podrían ir a hacer la compra a tu barrio.  Excepto Ana Rosa, claro.

Jorge Javier Vázquez, Iker Jiménez, María Patiño, Carlota Corredera, Jordi González, Sonsoles Ónega, Lara Álvarez, Pedro Piqueras, Christian Gálvez, Ana Rosa Quintana, Carlos Sobera, Paz Padilla, Toñi Moreno, Dani Martínez, Risto Mejide, Sandra Barneda... Altos, bajos, gordos, feos, guapos... No parece estar ninguno cortado por un mismo patrón de simpatía, belleza o pedigrí. Hasta pueden ser una cierta representación de una multiplicidad social. De prácticamente toda edad, género y condición.

Porque lo que nos hace especiales en la vida no es la perfección, es el carácter propio. La televisión es romper con el prejuicio de aquel viejo comentario de "es fotogénico, queda muy bien en pantalla, parece el yerno ideal". La telegenia va más unida al carisma, impefección y cercanía, que a la estética.

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