OPINION

El susto de Aramís Fuster que define la clave del récord de audiencia de GHVIP

Aramís Fuster y Jorge Javier Vázquez en Halloween
Aramís Fuster y Jorge Javier Vázquez en Halloween

GH VIP 6 ha marcado un nuevo récord con su emisión más vista desde la final de GH VIP 4. 3.429.000 espectadores han seguido la gala especial Halloween que ha arrasado en share con un 32,1 por ciento de cuota de pantalla.

El reality de Telecinco y Zeppelin no ha sufrido el prejuicio de que baja el rendimiento de los programas en el puente de Todos los Santos. Al contrario, ha potenciado sus resultados con su ya tradicional edición en la que se transforma la famosa casa de Guadalix en una particular mansión de terror. Este año,  con un buen despliegue de atrezzo y caracterización. Dato crucial, porque el público suele castigar lo cutre. Cuando la prueba tiene un buen concepto artístico, sorprende más y, por tanto, levanta la audiencia. GH lo logra: en escenografía, en grafismo y en montajes puntuales como este pasaje de miedo que, además, despierta  el espectador ese magnetismo de la traviesa ingenuidad infantil.  Quien más, quien menos alguna vez quiso zambullirse en una pringosa piscina como la que acogió la gala del pasado jueves.

Gran Hermano es un formato ya viejo que, en esta edición, está demostrando que sigue en buena forma cuando se encajan bien las piezas de un puzzle que se sustenta en un carismático casting. En esta edición, la sorpresa ha sido Miriam Saavedra que entró como malvada para transformarse en alma del espectáculo. No por sus gritos, sino por su comedia.

Ahí está el truco del éxito de Gran Hermano VIP 2018: es un formato que brilla y reluce cuando es altamente sarcástico. Ahí rompe su techo de audiencia. Ahí ha destacado este jueves, logrando récord.

Un récord que resume una imagen. La de la "bruja" Aramís Fuster, disfrazada de bruja -contradiciéndose a sí misma con tal redundancia- , dando vueltas como un zombi -más contradicción aún- por el plató ante la mirada de Jorge Javier Vázquez, absorto observando sus movimientos. Entonces, Aramís se acerca por la espalda del presentador y hace un susto naif. En ese instante, tras el ¡buh!, Jorge Javier pega un salto y se ríe. Pero se ha asustado, porque Aramís puede ser terrorífica. Y sigue el juego a la que dice ser maestra del ocultismo.

En ese mal susto que da susto, Jorge Javier evidencia que se está riendo de verdad, resumiendo en una estampa la clave de ascenso y resurrección de GHVIP: Jorge Javier lo está disfrutando, se deja llevar por su ironía ante unos concursantes que saben que han ido a jugar. Y juegan. Vamos que si juegan. Pero en el juego no gana el mal rollo, ese mal rollo que la vieja televisión trataba con impostada transcendencia para emitir morbo fácil.

No, esta gala ha alcanzado récord porque ha triunfado la corrosión de la comedia de lo divino y lo humano. Ahí es donde Vázquez se crece. Y la audiencia de GH también se amplifica, pues sale de su nicho de público fiel que no falla y abraza a un espectador mainstream que quiere evadirse a carcajada limpia sin sentirse culpable.

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