OPINION

El valor social de visibilizar a las minorías en las series, una asignatura pendiente de la TV

Fer y David en Física o Química
Fer y David en Física o Química
Fer y David en Física o Química
'Física o Química', una serie que plasmó su tiempo.

Vivimos en un mundo plagado de diferencias, de realidades ocultas, de historias que nadie cuenta. Muchas de estas realidades son carne de prejuicios, tabúes o estigmas. En muchos casos por simple desconocimiento o ignorancia. Porque son historias que no ocurren a "la mayoría". Son historias que pasan a otros.

Por eso mismo, es tan importante que los medios pongan la lupa sobre esas historias, para contarnos que son mucho más cercanas de lo que creemos. Porque la cultura educa, visibiliza, normaliza. Y esa es su más necesaria misión. La lucha por los derechos LGTBI, por mucho que quede aún por conseguir, ha logrado importantes avances a través de los medios, las películas, las series... Moderno fue aquel gag de Las chicas de oro en el que las protagonistas hablaban de una amiga lesbiana con total naturalidad. Ha llovido mucho desde entonces, y ahora es rara la ficción internacional que no cuenta con un personaje LGTBI con el que una buena parte de la audiencia pueda identificarse. ¿Y los demás? Los demás pueden aprender, tolerar, entender. Y así ha avanzado enormemente nuestra sociedad.

Pero hay muchas otras luchas sociales que siguen necesitadas de foco mediático y de representaciones. Hace unos años, la ficción española estaba, o al menos lo parecía, más pegada a la realidad. Se era más consciente de la ficción como imprescindible herramienta de concienciación y visibilización. Quizá se hacía de un modo un tanto tosco o moralista, pero lo importante era que se hacía. Ejemplos como los del personaje de la niña con VIH de Farmacia de guardia, el chico en silla de ruedas en Médico de familia, la alumna refugiada de Compañeros... Sin duda, eran intentos por visibilizar cuestiones sociales que preocupaban y hacia las que el público tenía prejuicios. Al introducir estos personajes en series con millones de fieles, sin duda se rompían tabúes, se evitaban estigmas, se generaban constructivas conversaciones y se invitaba a la reflexión, la evolución y el cambio. El espectador aprendía.

Hoy, muchas de estas cuestiones sociales siguen preocupando tanto o más, pero cuesta más encontrar tratamientos de estos temas en nuestras series. Paradójicamente, es más difícil nombrar casos de tramas en nuestra ficción actual en las que haya un personaje refugiado, uno con discapacidad o uno con VIH. Vivimos una obsesión por las series de época, por revivir tiempos pasados... y a menudo se obvia que explorar nuestro presente podría resultar mucho más apasionante y necesario. Sí, se intenta que las series de época toquen temas vigentes, como el feminismo, pero... ¿por qué no hacer una serie que trate el feminismo en 2018? ¿No sería de verdad más interesante? Quizá es que es más difícil y por eso las cadenas prefieren refugiarse en el pasado...

En cualquier caso, resulta asombroso constatar que nuestra ficción de los ochenta y noventa, por ejemplo, era más moderna y socialmente relevante que la de hoy en día. Pretendían visibilizar, ayudar al espectador a entender el mundo y a mirar a su alrededor con más tolerancia. Hoy en día, parece que esto importa menos cuando sigue siendo igual de importante.

invisibilidades

Las personas con discapacidad en las series

Lo que verdaderamente aporta es que tal o cual serie introduzca un personaje con una discapacidad y que lo que le ocurre a ese personaje no tenga que ver con su discapacidad. Porque a las personas con diversidad funcional les ocurren muchas más cosas que su discapacidad. Y, sin embargo, el cine o la televisión se han empeñado siempre en asociar la discapacidad con historias sensibleras de superación. Esto sólo continúa fomentando condescendencia y estigma.

Y no se trata de lanzar moralejas ni de adoctrinar. En muchos casos, basta con mostrar, con enseñar que la sociedad es tremendamente diversa, plagadas de realidades y problemas distintos, y que todas las perspectivas tienen (respetuosa) cabida. Basta con tratar la diferencia como parte esencial de la vida.

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