OPINION

El viejo 'Pasapalabra' que presentó Rosa María Mateo: así han cambiado los concursos culturales

Pasapalabra, Rosa María Mateo
Pasapalabra, Rosa María Mateo

Mientras Telecinco busca un sustituto de 'Pasapalabra' que consiga que el espectador no eche de menos al famoso 'Rosco', el archivo de RTVE ha recuperado un viejo concurso, 'De la A a la Z', que recuerda que los juegos con palabras vienen de lejos en la televisión. Muy de lejos. Tanto que este formato data de 1972, cuando la televisión en España intentaba, a su manera, reproducir el éxito del boom de los concursos de cultura general de Estados Unidos. Concursos anglosajones que, por cierto, terminaron decepcionando porque se empezaron a manipular...

Rosa María Mateo fue una de las presentadoras elegidas para conducir este espacio que ponía a competir intelectualmente a colegios mayores y escuelas superiores. Casi 50 años después, Mateo es responsable máxima, como administradora única de RTVE, de una televisión pública en la que casi no hay hueco para concursos de este tipo. Sólo sobrevive con éxito 'Saber y Ganar' en La 2 con el trasfondo del ingenio de su creador Sergi Schaaff. Él reinventó en nuestro país este género hasta acercarlo al público con una visión aplastante.

De hecho, visionar 'De la A a la Z' es un buen viaje para buscar las diferencias entre los concursos de ayer y los de hoy. La sociedad ha cambiado, la televisión más.

Para empezar, como presentadora, Rosa María Mateo debía memorizar unos eternos y serios discursos con explicaciones interminables sobre el funcionamiento del programa. Demasiado protocolo. Y todo muy serio, sin dejar aire para que fluya la espontaneidad y la risa de los concursantes. Ahora sucede al contrario. Es preferible que el espectador descubra la dinámica del show mientras se va jugando. Al grano.

Ya tampoco las cadenas crean programas protagonizados por los eruditos de la clase. Los concursantes no tienen que ponerse las gafas de empollón para ir a un concurso cultural. Se intenta que el público se identifique con participantes que no se reducen al ámbito estudiantil. Hay hueco para toda la diversidad social. Es más, se pregunta a los participantes sobre su vida. Porque el espectador quiere conocerles, no sólo quedarse en su sabiduría. Y, por supuesto, en estos programas ya no se hacen equipos de chichos y chicas. Cosa de épocas pasadas. Aunque quizá no tan pasadas como da la sensación.

Otra de las diferencias claves de 'Pasapalabra' y 'De la A a la Z' es el silencio del plató. No hay casi músicas para potenciar la tensión, sólo suena una sintonía durante el tiempo de respuestas. Y, entonces, parecía hasta excesivo.

Pero el gran rasco que distingue la tele de hoy de los concursos de ayer es que las preguntas cuentan con picardía, pero no van a pillar. Las cuestiones utilizan un lenguaje coloquial, fácil de comprender desde casa. El espectador debe poder participar en las pruebas desde su sofá sin esfuerzo. Así que la formulación de las preguntas debe ser asequible. Mucho más que en aquel 'De la A a la Z' que requería una concentración del público extra para seguir tal dosis de vericueto dialéctico.

Pero, en el resto, 'De la A a la Z' podría emitirse en la actualidad con un chute de ritmo, luz y creatividad. No obstante, no deja de utilizar la misma materia prima de 'Pasapalabra': adivinar a través de definiciones. Quizá Telecinco empezó a ir modificando las pruebas de su concurso de más éxito, para esquivar los derechos del propietario original del formato, porque pensaron que siempre hubo concursos con palabras y las palabras son de todos. Razón no les falta. Pero las fórmulas del éxito televisivo también siempre tienen un creador detrás y no en todas las ocasiones admiten imitaciones. Por eso 'Saber y Ganar' no sería lo mismo sin la mirada de Sergi Schaaff, por eso 'Pasapalabra' no es 'Pasapalabra' sin su mesa circular, sus equipos apadrinados por dos populares y sin su frenético 'Rosco' del abecedario. 

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