OPINION

El nuevo monólogo de Ellen DeGeneres: 15 años de lucha contra una industria hipócrita

Ellen DeGeneres monólogo
Ellen DeGeneres monólogo

Ha vuelto a ocurrir tras quince años. Ellen DeGeneres ha regresado a un escenario para enfrentarse al público con un monólogo desnudo, tal y como comenzó su trayectoria. Y el resultado es un stand up que es más que un stand up: es una catarsis personal que, al mismo tiempo, es catarsis inspiradora para una sociedad que ahora es mucho más sensible que hace quince años.

Pero Ellen ya no es la Ellen de entonces. Ahora es multimillonaria y poderosa en la industria del entretenimiento, y esto lo juega en el monólogo como running gag desde el principio. De hecho, el show se titula Relatable (Cercana), porque de ahí parte, preguntándose si la Ellen de ahora puede resultar igual de cercana subiéndose al escenario de un teatro. Pero claro que lo sigue siendo, aunque haga chistes con su mayordomo o con el hecho de que no sabe cómo son los aviones porque ella solo viaja sentada en primera clase.

Al final, en los últimos tiempos, la cómica ha generado un todopoderoso vínculo con una millonaria audiencia gracias a su programa diario. Y en ese programa que es referente en todo el mundo, Ellen DeGeneres es sólo Ellen, ella misma, sin tener que disfrazarse de nadie que no es. Y esta ha sido la esencia de su carrera. Una carrera en la que hubo un antes y un después en 1997, cuando salió del armario, en la ficción y en la realidad, a través de su personaje en la sitcom que llevaba su nombre y que, tras esto, fue cancelada.

En este nuevo monólogo, Ellen narra aquel hecho histórico: su valentía para contar que es lesbiana ante una sociedad y una industria con muchas batallas aún por librar. Lo hizo en un emocionante episodio en el que su terapeuta era interpretado por la propia Oprah Winfrey, la misma Oprah a la que luego ha sustituido en el reinado de la tele diaria.

Aquel capítulo de 1997 supuso que Ellen se quedara fuera del mercado laboral durante varios años. Fue castigada por el tabú y el estigma. Era homosexual, y encima mujer. Sus compañeras de reparto (como Laura Dern, que interpretaba a su interés amoroso) también sufrieron ese retiro obligado, por culpa de una industria del entretenimiento hipócrita que no era tan "libre" como decía ser.

Como cuenta Ellen en Relatable, en su salida de armario muchos compañeros del cine y la televisión vieron la oportunidad de asomar la cabeza y ser libres también frente a las cámaras de su sociedad. Pero, vista las consecuencias, se volvieron a esconder y la dejaron sola. Ahora Ellen lo recuerda en este monólogo con humor, pero también transmitiéndonos la dura complejidad de aquella etapa mientras además nos hace reír con pura cotidianidad con la que se identifica cualquier espectador, con divertidos pasajes dedicados a los camareros que se empeñan en memorizar la comanda sin apuntarla o a ese momento en que te compras unas zapatillas nuevas, te las pruebas por primera vez y pisas como no lo harás nunca. El mismo humor terrenal que hacía en sus shows de los noventa en los bares y sigue haciendo en su programa diario.

Porque, probablemente, si de algo trata este monólogo de Ellen, disponible en Netflix, es de ser uno mismo y ser capaz de reírte de todo. Porque, al final, has logrado ser coherente contigo misma y triunfar ante todos aquellos que quisieron anularte, convirtiéndote además en un referente imprescindible para la visibilidad y la lucha de la comunidad LGTBI por sus derechos. Y esto es lo más rompedor de la personalidad y el éxito de Ellen: ha conseguido generar un vínculo todopoderoso con un espectador gracias a su comedia que fusiona a la perfección cercanía, honestidad y travesura. Un director de una estación de televisión dijo a Ellen: "nadie verá a una lesbiana en la tele diaria" se comió sus palabras. Sólo eran sus trágicos prejuicios.

Así ha vuelto Ellen DeGeneres al stand up para celebrar sus sesenta años,  reencontrándose con ese género en el que empezó todo. Su poder de comunicación ya lo tenía la primera vez que pisó un plató en el mítico Tonight show frente a un Johnny Carson que supo pronosticar su talento "inteligente e innovador" para la comedia, pero en la actualidad es ella misma de verdad, sin eufemismos. Y lo puede contar. Y se puede reír. Para que podamos seguir avanzando.

Porque, aún hoy, para muchos no es Ellen DeGeneres, es una mujer y lesbiana. Tal vez por eso no presenta ningún emblemático late night. Ella está feliz en su show de día, pero es paradójico que no haya saltado al preciado horario nocturno, porque ahora mismo es la mejor cómica de la televisión americana. Y aunque por suerte hemos evolucionado para mejor desde 1997 gracias a referentes como Ellen DeGeneres, pero la tele en Estados Unidos y el mundo en general todavía tienen muchos tabúes absurdos que superar. La industria del entretenimiento sigue teniendo ese punto hipócrita. No es tan tolerante como aparenta, pues los estigmas se siguen abriendo camino como un contagioso virus. Por suerte, Ellen es un inspirador antídoto contra los prejuicios del desconocimiento. Y lo será siempre. Porque ahora es ella misma sin disfraces, ahora es más cercana que nunca, ahora sí que es "relatable".

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