OPINION

Érase una vez... la serie que nos enseñó cómo es el interior de nuestro cuerpo

Érase una vez el cuerpo humano
Érase una vez el cuerpo humano
Érase una vez el cuerpo humano
Érase una vez... como imaginábamos el interior de nuestro cuerpo.

Si has nacido en los ochenta, tal vez imagines a los anticuerpos como feos insectos amargados. Si has nacido en los ochenta, probablemente, pensarás que los glóbulos rojos corretean por el organismo con unas vistosas bolas de oxígeno. No te preocupes, son los efectos colaterales de la televisión, pues entendiste mejor el funcionamiento del cuerpo humano gracias a unos dibujos animados.

El francés Albert Barillé creó Érase una vez... el cuerpo humano tras la aceptación social de su saga de series educativas, Érase una vez… el hombre (1978), un particular repaso de la historia de la humanidad, y su secuela,  Érase una vez... el espacio (1982), recreación de un posible futuro que era toda una lección para remediar errores avariciosos del pasado.

Televisión Española, en coproducción con otras televisiones europeas, hizo posible este proyecto que aún, treinta años después de su estreno, sigue siendo referente en inteligente entretenimiento educativo. 

De hecho, Barillé trazó unos protagonistas que eran muy sencillos de identificar por los niños. Necesitaba personajes empáticos y reconocibles. Lo consiguió con un elenco de personajes principales que crecían gracias a unos antagonistas de tebeo. Así se lograba construir un puzle de tramas que hacían muy asequible la compleja explicación del funcionamiento de cada elemento del cuerpo humano.

En total fueron 26 capítulos, que explicaron el funcionamiento de los órganos y procesos del cuerpo humano en episodios temáticos. Otro acierto de la serie de Barillé, ya que de esta forma acotaba conceptos y hacía los episodios intercambiables:  no era necesario seguir la producción con un escrupuloso orden en cada semana.  

Los músculos, la piel, la respiración, la digestión, la sangre, el corazón, el cerebro, el esqueleto, el hígado, la médula ósea, los riñones, el oído, los dientes, las plaquetas… fueron algunos de los temas que se trataron en diferentes episodios que aún se siguen proyectando por familias que echan de menos programas de este tono en los canales  en abierto.  La serie se puede ver completa en Netflix y, también, cada uno de sus capítulos acumula más de 300.000 visionados en Youtube -donde está colgada de forma pirata-.  Aunque, cuidado, determinados temas de Érase una vez... el cuerpo humano ya se hayan quedado desactualizados. 

Pero da igual, las cadenas en abierto tampoco se actualizan y el entretenimiento menos profundo se ha apoderado de la programación infantil. También en TVE. No es nada casual, esta situación define una tiempo actual en el que la intensidad ha ganado a la profundidad. Y la velocidad en la que se toman las decisiones no permite salirse del guion de la tendencia preestablecida en ficción infantil y reinventar el género, dando luz verde a un nuevo ciclo que transgreda y abra otros horizontes. 

En este escenario mediático que está sufriendo grandes cambios de consumo, TVE debería recuperar esa fructífera esencia de televisión pública como cadena implicada en invertir en contenidos que primen su proyección social que sobrevive al paso del tiempo por encima de las instantáneas mediciones de la audiencia tradicional.

Ahora que la nostalgia propicia que vuelvan grandes programas, no es el momento de recuperar Érase una vez... el cuerpo humano. El ojo de los niños de 2018 recibe los estímulos televisivos de una manera diferente, pero sí se deben desarrollar nuevas producciones infantiles que, a través del mero entretenimiento, aporten conocimiento y cultura a los niños de hoy y, de paso, actualicen la sabiduría de los niños de ayer. Porque con dibujos animados siempre estudiar es más fácil. Y se nos está olvidando.

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